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martes, abril 30, 2024

Un gesto humano maravilloso, 2

El estrepitoso choque de la camioneta Toyota con la parte posterior de un camión Volvo rompió con la monotonía de esa noche de viernes. Con Claudio nos quedamos atónitos especulando que nuestro futuro se había ido a la ruina. De pronto le digo a Claudio: ¿Por qué no le avisamos a don Pepe Guzmán y vemos como solucionamos esto? Claudio dudó, pero terminamos visitando a don Pepe, quien residía en el Jr. Tahuantinsuyo N° 375. Al llegar, nos invitó a pasar y, de repente, nos dijo: “Los veo medio asustados”, dirigiendo una mirada inquisidora a Claudio, quien titubeó cuando intentó explicarle que la camioneta se había siniestrado. Y antes que le dijéramos el detalle preguntó: “¿Dónde y cómo está el vehículo?”.

“Ya sé lo que me van a decir; pero este asunto lo vamos a arreglar con la mayor discreción…. Willian –me dijo—ubícale al mecánico Tomasín y dile que venga a mi casa con suma urgencia, y tú, Claudio, que Laurencio Saldaña Aguilar y Gildemeister Mendoza vayan al lugar donde está la camioneta. En media hora todos debemos estar ahí”. En efecto, a las ocho de la noche todo era trabajo en el canchón donde se guardaban los carros del Banco. Esta es una historia del año de 1985, antes que nos pasáramos al local del jirón Maynas, de donde nos botó Fujimori.

¿Qué había decidido don José Guzmán Peña para darle una solución al problema? Pues, de una manera inteligente, lo que es una demostración de su calidad humana, después de conversar con el mecánico Tomasín y

con los choferes del Banco, para cambiar el parabrisas y reemplazar el radiador –que se habían hecho añicos–, desmontaron las partes de una vieja camioneta Toyota color beige, que ya era chatarra, lo cambiaron al vehículo destruido. Al día siguiente el problema estaba solucionado, a partir de un vehículo que ya no servía a nadie, en una acción rápida y práctica, sin que nadie se viera afectado. Es la misma forma cómo se solucionan los problemas cuando de tratar de resolverlos se trata. Es la inmediatez en solucionarlos.

El gesto de don José Guzmán Peña, no lo supe valorar en su momento. Y desde el año 1985 viví con el sentimiento de que tenía una deuda que saldar; o, como escribiría Giovani Pappini: “facturas que pagar”. Y ha llegado el momento de reconocer la eficiencia de un funcionario del Banco Agrario del Perú, a quien conocí desde mi ingreso al Banco en enero de 1982 y con quien me unió una relación de respeto. Y ese gesto es el ejemplo de cómo deben solucionarse los problemas a los que nos enfrentamos: prontitud y eficiencia, que es una lección de vida.

Natural de Chincha Alta, Ica (13.07.1946), don José Guzmán Peña estudió Contabilidad en Universidad Federico Villarreal, Lima. Se desempeñó como auditor interno del Banco Agrario del Perú, antes de ser Sub Gerente de Operaciones, y estuvo veinte años en el BAP. Casado con doña Zoraida Núñez Burgos (13.05.1954), natural de Lima, tienen tres hijos: Enzo, Milagros y José Luis. Don Pepe Guzmán reside ahora en Lima y siempre será para mí un modelo y ejemplo de funcionario. (Comunicando Bosque y Cultura).

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