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jueves, abril 25, 2024

Niño y niña, embarcándose a las primeras escrituras

Por: Ricardo Quevedo

Amanece un nuevo día. Es un 13 de mayo, Rosita y Dimían están en la academia. La conversación se centra entre varios compañeros de la misma edad, que están entre los seis, nueve y doce años: -“yo escucho hablar a mi mamá  casi permanente –es la expresión de Lusmila-… de algo que conversan a solas con mi papá. -¿De qué conversan? – es la preocupación de uno de sus compañeros llamado Leopoldo.-Conversan siempre de mí, que soy una niña que rápidamente va creciendo y que quieren tener un hijo más, pues somos tres, yo soy la mayor, tengo nueve años, mi hermanita Carolina tiene seis, el menor Rubencito, tiene tres años. Mi mamá le contesta a mi papá que ya con tres hijos  es suficiente, y que más bien pensemos en la educación de Lusmila, Carolina  y Rubén, le manifiesa.Por su parte Darío que atentamente escuchaba las versiones de Lusmila, manifiesta lo siguiente:-Yo soy el único hijo de mis padres, tengo once años, anoche les escuché lo que hacían mención de mí, y hablaban también sobre ellos, por ejemplo le decía mi papá a mi mamá: “yo te conocí cuando tenías veintiséis años y me decías que rápido debemos hacer tres hijos y yo te preguntaba algo inquieto por qué, y luego tú me respondías “porque la vida pasa tan rápido, porque los hijos crecen rápido y porque quisiera detener a mi vida en una edad promedia permanente de los treinta años; es decir, que se me note físicamente todo un tiempo en esa edad de los treinta años.Los demás niños no hacían más que escuchar, pero uno del grupo pregunta algo curioso lo siguiente:-Compañero Darío, tu mamá, ¿Te qué edad te tuvo?, no creo que te tuvo el mismo año que le conoció tu papá, pues según manifiestas que él, tu papá, la conoció a los 26 años, ¿más los años de enamorados que vivieron y…?-Si compañero Macario, te entiendo lo que quieres decirme, me tuvo a los treinta años.-Saca la cuenta compañero Darío, tú tienes ya doce años, y tú mamá está ya por los cuarenta y dos años. ¿Te pregunto compañero, se cumplió el deseo de tu mamá de seguir apareciendo físicamente de la edad de treinta años?-De esto precisamente discutían mis padres. Mi padre le decía a mi madre: “Ya no eres la guapa mujer que te conocí a los 26 años”. Y ella le respondía: “Tú tampoco ya eres el atractivo galán que me sedujiste, es más, estás envejeciendo más rápido que yo.-¡Ja! ¡ ja!  ¡ja! Sonreía secamente el aludido marido. “A mi puedes decirme de todo, viejo, feo,  lo que te venga en gana, pero nunca puedes quejarte de ninguna impotencia de mi persona, pues no soy impotente en m i trabajo; no soy impotente en mi carrera, mucho menos seré impotente en la cama, tú eres testigo, de la felicidad más grande que experimentas cuando pasamos nuestros momentos de intimidad en la cama.La mujer que inicialmente iba perdiendo algo de su autoestima, cuando el marido le dijo que ya no era la mujer guapa que conoció a los veintiséis años, cuando le hizo recordar de la virilidad potente de su marido, se sintió a satisfecha consigo misma.Estas escenas de conversación  de estos niños de una de las  instituciones educativas de Morales, “Francisco Izquierdo Ríos”, se realizaban en horas de recreo, donde el bullicio y algarabía de los niños siempre es extrovertido, pero no deja de haber niños bastante centrados en lo que dicen, en lo que piensan, en lo que escuchan, y sobre todo bastante cautos y cautelosos para saber irradiar verbalmente las experiencias que viven sus padres, como el caso siguiente de un niño de once años, de nombre Esteban, él cuenta:-escuchen compañeros el caso singular de mis padres: “nuestro hijo que tenemos y él ya lo sabe, que nosotros no somos los padres legítimos, pero sí la criamos y la educamos como si fuera de tu propio vientre y como si fuera nuestra propia sangre.-Sí Wilfredo-le dice-, la mujer, de nombre Teresa, esto me tiene deprimida, pues quisiera tener un hijo de mi propio vientre y de nuestra propia sangre.-Si mi amor-le contesta Wilfredo-, en ti no está el problema, ya me has demostrado y clínicamente también está comprobado que tú tienes para que procrees al ciento por uno; en mí está el problema, pero esto pronto se acabará, pues estoy tomando el líquido de unas potentes raíces y fibras vegetales traídas de las altas montañas de la sierra.Mientras esto y otras cosas más conversaban, timbra la campana de entrada.Mientras tanto Rosita, que tenía una agenda de apuntes en sus manos, ya había tomado nota de todo lo que iba escuchando y observando; a su vez Damián, iba armando varias hojas de líneas sueltas, que según él, iba esbozando sus primeros versos de una poesía de observación y vivencia.

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