“¿Saben lo que es una monja chismosa? ¡Es terrorista! Peor que los de Ayacucho hace años. Peor. Porque el chisme es como una bomba: tira la bomba y se va tranquila”. Es la frase utilizada por el papa Franciso en su visita al Santuario del Señor de los Milagros donde se reunió con 500 monjas.
Claro que hay que rechazar el chisme, pero mencionar esto en un país machista y solo en una reunión con mujeres (porque nada de eso dijo en una reunión con varones) ha causado más de una reacción, que si bien ha sido criticado, muchos lo han dejado pasar como anécdota, es que claro, que le digan a una mujer chismosa, es algo “normal”.
El papa Francisco dejó, por lo que se pudo ver, mucha esperanza a que las cosas mejoren en el mundo cristiano, pero no podemos dejar de mencionar algunos sinsabores como que en Trujillo realizó ceremonia junto al arzobispo José Eguren de la cúpula del Sodalicio quien está acusado de tráfico de tierras en Piura y encubrimiento a los abusos sexuales y físicos en la organización católica.
Sin querer desmerecer la fe católica, hay detalles, hay mensajes que deben tenerse en cuenta y deben servir para reflexionar también sobre aquello.
Las monjas chismosas quedará como anécdota, pero también el codearse o estar cerca a personas criticadas por los antecedentes que tienen como parte de una organización responsable de abusos sexuales y físicos, da que pensar.
El papa Francisco ya se fue, esos mensajes de esperanza y de unión también hay que tomarlos en cuenta pues realmente en nuestro país necesitamos unidad, reconciliación, pero con perdón.
La euforia terminó con la partida del Papa, pero esperamos que esa unión y esperanza sea el norte de nuestro país, que harta falta nos hace.