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sábado, abril 27, 2024

De querellas y otros asuntos

Alejandro Esparza Zañartu (Cajamarca, 1901 – Lima, 1985) fue el hombre de confianza del presidente Manuel A. Odría. El encargado de la represión política entre 1948 y 1955 durante el ochenio del díscolo general. Fue el amo y señor del trabajo sucio, sobre todo contra los medios de prensa que criticaban la dictadura del hijo ilustre de Tarma.

Después de él, los generales que ostentaron el poder, entendieron que ellos mismos debían señalar con su dedo acusador a los periodistas que intentaran romper filas y ensayaran una diatriba, una crítica, una acusación sobre su inmaculada investidura. Había que demostrar “fiereza”.

Ahí está, por ejemplo, el caso de Juan Velasco Alvarado, quien correteó a los periodistas de Caretas, cerró la revista y mandó al exilio a su director y fundador, Enrique Zileri. Y para cerrar las afrentas al más noble de los oficios, también es necesario recordar la expropiación de Expreso y Extra por parte del mismo Velasco. ¿El pecado? No plegarse a su revolución, no apañar majaderías y correr la cortina de actos poco decorosos.

Recordamos estos casos (sin entrar al detalle de los más recientes durante el fujimorato) para abordar la reciente pataleta de un alcalde sanmartinense quien, tras ser denunciado por su primer regidor por viajar sin avisar, ni mucho menos pedir permiso de su municipio, amenazó a este diario con querellarlo por decir que había “fugado”.

No será seguramente la primera ni la última vez que una autoridad local -que dicen, empieza su campaña para la gobernación regional- amenace a este u otros medios. Esa es una figurita repetida. Envalentonados por su pequeña cuota de poder, muchos han alzado su dedo acusador al mejor estilo de los dictadores para tratar de amainar el escándalo doméstico y curarse en salud.

Y al margen de esta actitud déspota que ha contagiado también a trabajadores municipales que en horas de trabajo han inundado las redes sociales para atacar a este diario, el alcalde de marras ha demostrado dos cosas a la ciudadanía. Hay sin duda un efecto colateral y eso es lo más lamentable.

No sólo ha demostrado ignorancia supina en las acepciones de los términos (fugar, según la RAE es sinónimo de huir y huir significa: Alejarse deprisa, por miedo o por otro motivo, de personas), sino que, además de esto, ha desnudado su incapacidad para soportar críticas y la poca tolerancia con quienes, como el regidor que denunció su “viaje sin permiso”, no están siempre de acuerdo con él.

Habría que recomendarle al alcalde – candidato que se compre un diccionario y tome con mejor talante las críticas. Recuerde alcalde que usted, al igual que el César, también es mortal.

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