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viernes, abril 19, 2024

El pueblo busca autoridad sin sueldo

I
Hace poco más de treinta años,
los alcaldes no tenían sueldo
como lo tienen hoy;
no habían las campañas
como existen hoy;
no existían las disputas
y los celos políticos como
existen hoy.
Aquí se ponía a prueba
el verdadero servicio
al pueblo con vocación.

II
Hace poco más de treinta años
no existían los candidatos
en manada india en pos de la
carnicería del tesoro público,
como hoy cual desesperados
buscan aliarse aunque sea
con el diablo con tal de
llegar a la mina del tesoro.

III
Ciertamente los municipios
son la caja chica o grande
de toda sociedad urbana
o rural, dependiendo
de la dimensión de sus
poblaciones. Como los
municipios de allende
los tiempos, vivían de
dos fuentes o goteras:
el Foncomun y los tributos
de cada ciudadano, no había
la tentación como existe hoy:
consorcios que en fila
desesperados buscan firmar
contratos, algunos estando
ya seguros por los preacuerdos
bajo la mesa o bajo la manga.

IV
Ese burgo maestre de aquel
entonces por más que le
comesonaba la palma de sus
manos, no podía meter
ni sus cortas o largas uñas,
no porque era tampoco
un santurrón. Las arcas
como eran casi vacías, decían
los alcaldes de aquel entonces:
“como las arcas son casi vacías,
mejor vivo en la miseria
y no en una fría carcelería”.

V
Hoy, si bien es cierto esas cajas
chicas no son del todo llenas,
peor todavía, si la gente
no honra la cultura del tributo;
pero el alcalde de hoy
que no es nada ingenuo,
tiene muchos contratos
que firmar con grandes o
pequeñas empresas por cada
consorcio, paulatina
y permanentemente estará
chorreándole, o en el peor
de los casos, goteándole
los famosos y jugosos diezmos.

VI
Lo mismo pasa en los gobiernos
regionales. La caja chica
se convierte en caja grande,
pues dispone de mayores y
varias empresas constructoras
por cada proyecto
que realizar en una localidad.

VII
Si un proyecto es bien hecho
y en un tiempo nada
prolongado, el pueblo tiene
el derecho de complacerse,
más no cometer el error
de agradecerte por tu
gestión, por algo querías
ser autoridad, para trabajar
no para que te agradezcan.

VIII
Pero también, el pueblo
tiene el derecho de indignarse
y buscar los mecanismos
de una vacancia, cuando
poco o nada se hace lo
que se dijo en campaña.

IX
La mejor campaña de
un político es desde el
primer día hasta el
último día de tu mandato,
demostrando tres cosas:

X
Uno: autoridad, para poner
en su sitio a gente
incompetente que te rodea.
Hay funcionarios en
los cargos públicos “eternos”
en sus puestos, pero no
demuestran la solvencia
y la capacidad del mismo.

XI
Dos: poner a un lado
a gente con Sobonería.
La gente zalamera quiere
algo de ti a costa del pueblo,
si caes o cometes cualquier
improperio, él se lavará las
manos como Poncio Pilatos.

XII
Tres: cumplir la promesa
hecha. Mejor es que no digas
una sola palabra como promesa,
que cuando asumas
el cargo y te das cuenta de tu
incompetencia al verte metido
en camisa de once varas;
el pueblo no te crucificará,
pues no ofreciste nada;
aun cuando tus promesas
sean cumplidas no es
para que te hinches como
el pavo real cual petulancia
del hombre desleal.

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