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viernes, abril 19, 2024

El ingeniero Iban Paredes Sánchez me dijo que no era su amigo

Bastante se ha escrito sobre la amistad. ¿Es la amistad un valor? ¿Qué es la amistad realmente? ¿En qué se diferencia del amor? Bueno, ¿algún lector podría definirlo? La literatura francesa del siglo XIX nos remite a este tema cuando los mismos autores de esas obras cumbres de la literatura pasaron por momentos de grandeza y la más pavorosa miseria: de tener un ejército de amigos, pasaron a la temible soledad. Como siempre se ha leído que, cuando tienes dinero y poder, es cuando te llueven las ´amistades´.

La amistad puede confundirse con las relaciones que se cultivan en ciertas situaciones. Un compañero de estudios de la universidad, entonces viceministro, me puso bien en claro esta situación cuando le visité en su despacho. Cuando reparé en un cúmulo de tarjetas que estaban en su escritorio, me preguntó. “Willian, ¿te llaman la atención esas tarjetas de invitación? Pues, no me están invitando a mí como persona, sino al cargo que tengo. Cuando baje al llano esas mismas personas que me invitaron me van a encontrar en la carretera y me dejarán echando polvo”.

Cuando al ingeniero Iban Paredes Sánchez, de Cuñumbuqui, le decía “¡Gracias, amigo!”, siempre me paraba en seco al decirme: “¡Discúlpame, Willian; tú no eres mi amigo, ni yo soy tu amigo! Para mí no existe eso que llaman amistad”. Al notar mi sorpresa, agregó: “En la vida solo existen las relaciones de interés. Mira, de dos personas que tienen dinero y que se invitan mutuamente entre familias, esa relación va a terminar cuando uno de ellos caiga en la pobreza. Una cosa es que tengamos afecto, aprecio y respeto por algunos, pero para mí no existe la amistad”.

Iban Paredes Sánchez no es el primero que piensa de esa manera. He leído entrevistas de personajes famosos que piensan igual y siempre dicen que no tienen amigos, sino solo conocidos. Y esa manera de pensar no los descalifica, porque, más que sus conceptos sobre el tema, ellos son personas honorables, confiables y auténticas. Yo sí creo en la amistad, como está definida. En mi experiencia de vida he podido valorar a las personas. Como ya escribí en un artículo anterior, por recomendación de una amiga abogada he organizado lo que llamo El Libro Celeste, donde están los nombres de las personas a quienes aprecio, valoro y respeto; sobre todo, de los que me dieron a mí y a mis hijos una oportunidad de trabajo, y no buscaron un pretexto para no hacerlo. Recuerden que escribí aquello de “cuando se quiere se puede; cuando no se quiere…”

No sé si la Amistad es un valor, lo confieso. Mi experiencia en el Fondeagro, y con lo que me sucedió posteriormente, me enseñó que las relaciones calculadas, llenas de melifluidad y afectación son peligrosas y debemos estar advertidos. Algunos directores del entonces Fondegaro me habían advertido, pero había caído en la trampa de la falsa amistad de un ex director, que –desconozco los motivos—ha tratado de destruirme con una proterva insania. Pero a pesar de ello, la amistad existe, y creo firmemente en ella. Y a despecho de cómo piensa Iban Paredes Sánchez, lo considero un gran amigo.

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