Se ha comentado mucho el pésimo comportamiento del ministro de Educación Idel Vexler y el desatino comentario que dio a la ministra saliente Marilú Martens en su entrega del cargo, al decirle que lo puede visitar cuantas veces quiera, por haber sido una ministra tan guapa.
Y entonces comenzaron los comentarios, rechazando, por un lado que Vexler haya sido tan torpe al haberse pronunciado de esa manera en un espacio público y disminuyendo la importancia de la presencia y la visita que le pedía a la exministra y no necesariamente por su desarrollo profesional, sino por su aspecto físico. Y eso que no hablamos del “abracito con agarradita de cuello”, que le dio.
Exageran, dicen algunos, pero quisiera saber si en un espacio público no les incomodaría que una persona con quien no tienes confianza, no tienes acercamiento amical, tenga el atrevimiento de hablarte así.
Los espacios deben respetarse y sobre todas las cosas, el respeto debe primar ante cualquier circunstancia, pues cuando no hay confianza es bastante incómodo seguir viendo ese tipo de comportamientos.
Y no estamos hablando de espacios solamente hacia las mujeres, ya que los gestos importan mucho, cuando vienen de una u otra persona.
En ciertas ocasiones el desempeño profesional no cuenta cuando de mencionar los atributos físicos se trata, pues todos y todas deben entender que valemos más por lo que tenemos en el cerebro que por la ropa que vestimos.
Y por supuesto que nos gusta que nos digan que estamos guapas, pero los espacios son diferentes y sobre todo las personas que te lo puedan decir.
Exageran dijeron. Mencionaron también que no tiene nada de malo que nos manden un piropo, el tema, reitero son los momentos y las personas, porque hay que entender que los espacios sí importan y hay espacios que no queremos que ingrese cualquiera.