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jueves, abril 18, 2024

No más, por favor

Gritos, matanza, violaciones, desaparecidos, muertes y sangre. La posibilidad de no regresar a casa, el miedo, las batidas, los perros colgados en postes de alumbrado público, los coche bomba, las fosas comunes, las desapariciones y las torturas. Silencios invadidos por llantos desesperados.

Dinamitaban torres de alta tensión y los carros caían al río. A diario las ciudades quedaban a oscuras, la psicosis invadía los hogares. Nadie sabía quién era quién, los militares mataban civiles, los civiles mataban a periodistas y los terroristas mataban a cualquiera que se movía.

Hay heridas que nunca van a cicatrizar, porque hace 25 años la violencia engendró más violencia, dejando secuelas que aún duelen.

Hay una generación privilegiada que no vivió épocas genocidio y esa es mi generación, sin embargo, la conozco porque mi infancia siempre estuvo llena de historias, mi abuelo siempre me contaba cómo el terrorismo tiñó de sangre el Perú y en mi inocencia yo creía que eran historias inventadas, como si me contaba episodios de una película de terror, lo escuchaba atenta y a veces lloraba y le decía: ¿yo no quiero ver a esos hombres malos?, él secaba mis lágrimas y me decía: “eso ya acabo”

Sendero Luminoso horrorizó a toda la sociedad peruana, marcando su historia para siempre. Aproximadamente 60 mil personas murieron, 500 mil fueron desplazadas de sus hogares y cerca de 3 mil siguen desaparecidas.

Fueron décadas de horror. La primera aparición de Sendero Luminoso fue 1980 cuando terroristas quemaron ánforas de votación en Ayacucho un día antes de las elecciones presidenciales.

A tres años, en 1983 18 niños y 69 campesinos por 60 militantes de Sendero Luminoso en Huanca Sancos. La mayoría de las víctimas murieron por heridas de machete y hacha, algunos recibieron disparos a corta distancia en la cabeza, otros fueron quemados con agua hirviendo. Esta fue la primera masacre del senderismo contra una comunidad campesina.

En febrero de 1992 la “Madre Coraje”, María Elena Moyano, fue dinamitada por los senderistas para asustar a sus seguidores. En setiembre del mismo año, dos vehículos, cada uno equipado con una tonelada de explosivos, estallaron en el centro de Miraflores en Lima a las 9.15 pm, matando a 25 personas e hiriendo a otras 200.

 

El profesor de Filosofía Abimael Guzmán en 1979 fundó Sendero Luminoso, con el objetivo de crear en el Perú una “república popular” basada en la doctrina maoísta, ideología que fue tergiversada. El “iluminado Abimael” desde entonces, dominó a sus seguidores y Sendero empezó a ejecutar masacres de campesinos, atentados terroristas, genocidios a quienes no compartían su pensamiento cruel y asesinatos selectivos de militares y políticos.

El 12 de septiembre de 1992, Abimael Guzmán fue capturado en Lima junto a cuatro mujeres, entre ellas Elena Iparraguirre, su segunda esposa y Maritza Garrido, su “protectora”, quien salió hace dos días de la cárcel, después de cumplir 25 años de condena. Esto marcó la derrota política y militar senderista. Sin embargo, sobrevivieron pequeñas agrupaciones que se concentraron en las zonas selváticas del Alto Huallaga y el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem)

Los terroristas hacían que la vida ya no dependa de uno. La historia roja aún duele, llegamos a ser un país sin rostro, con dolor y sin sueños. Estuvimos en un estado de coma por más de 12 años, agonizando, muriendo. Ahora que estamos vivos, no dejemos que el cáncer nos vuelve a invadir.

Yo ruego que la memoria siempre nos recuerde que el fanatismo sólo es cosa de locos y que el terrorismo mata; y si eres de la generación que no sintió el terror, infórmate, que el rostro de Abimael Guzmán signifique muerte, que la ignorancia no fortalezca el terrorismo que aún late moribundo y que no debe renacer.

NO MÁS, POR FAVOR… aprendamos del pasado. No engendremos más violencia.

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