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viernes, abril 19, 2024

El anillo provocador

Un juego, un coqueteo, un mensaje que los lleva a otro, luego una llamada y sin pensar ya estás con él en un bar. Una sortija de casado en la mano y tú sin ganas de luchar contra ese antojo de viernes. Habitaciones solitarias y ocultas, un hotel de paso, el auto, ¡da igual! Sensaciones que no se controlan, el querer lo prohibido y no parar hasta conseguirlo.

De niñas nos llamaba la atención la paleta de otra compañera, los juguetes ajenos eran los preferidos y siempre la competencia de quién tenía mejores cosas, salía a relucir. Si te gusta mucho cómo se le ve un vestido a alguien, es más probable que lo quieras a que si lo ves colgado en una tienda. Existen mujeres que crecen con ese peculiar gusto a lo ajeno. Yo conozco a muchas…

“Sabía que era prohibido y que había alguien más y que él quizá jamás sería mío, pero tontamente comencé a intentar quitárselo, ¡Quitárselo, sí, como si se tratara de un objeto que se manipula, que se adquiere” ¿Es cierto que el anillo de casado es un imán para las mujeres?

“Me escondió más de lo que ya lo hacía, me llamó menos y ni decir de las palabras dulces, todo se esfumó. Todo dura poco, de repente quedas estampada en el piso y es él quien te hace aterrizar” Así como empieza, todo acaba.

La infidelidad existe desde siempre, cuando Adán y Eva mordieron la manzana y renunciaron al paraíso, el gusto por lo prohibido se volvió la aventura más placentera, lo que no debes tener y tienes. Parece ser algo biológico, como si las mujeres prefiriéramos a los hombres que han sido “pre seleccionados” por otras mujeres, porque los hombres solteros pasan desapercibidos.

La peor enemiga de una mujer, es otra mujer, necesitada o ambiciosa, aquella que quiere tener siempre una aventura, sentirse deseada y querida por todos. Sin embargo siempre termina siendo la otra, esa que roba las parejas y a la que nadie toma en serio.

Los hombres comprometidos, casados o no disponibles tienen “algo“ que a ellas les intriga y a la vez les seduce. Están más allá de su alcance, porque son de otras y ese aura inalcanzable, les atrae. No es lo mismo coquetear con la mayoría de los hombres solteros, pues la mitad están simplemente desesperados por acostarse contigo, pero con un hombre casado es distinto; es como hacerle muecas a un animal enjaulado, por un momento sientes que tienes el control, pero si reacciona, te emocionas, te liberas y quieres domar a ese animal. Que el león enjaulado responda a la coquetería, les excita al punto máximo. El problema es que las “roba parejas” se vuelven adictas a esa catarata de endorfinas. Si consiguen la barra de chocolate, la prueban y les encanta, al día siguiente van a volver por más y más, sin importar que otra mujer podría salir lastimada, simplemente el dicho: “No hagas lo que no quieres que te hagan”, deja de importar en un dos por tres.

Más de una ha sido víctima de las mujeres a las que se les antojan los hombres casados que portan el anillo provocador. A mi madre, a mi hermana, a mi tía y a una que otra amiga, el amor de su vida, esposo y hasta padre de sus hijos, se terminó quedando a dormir para siempre en la cama de mujeres antojadizas, expertas en detectar anillos de hombres casados.

Se ha vuelto un deporte favorito desear a la pareja ajena, robar a esa persona por gusto, placer, amor o por deseos de tener lo que no pertenece, todo esto termina concretizando las más bajas pasiones que algunas mujeres van alimentando. Pasiones que adormecen, que apasionan, que lastiman, que destruyen. Así que, pide tu menú, el que te guste, no el del plato ajeno.

Que la sensatez sea más fuerte que tus hormonas… Porque como dice la canción: “Todo tiene su final, nada dura para siempre”, así que no te aloques por amor ajeno, que en la viña del señor, abundan los solteros…

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