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sábado, abril 20, 2024

Los que ven con los ojos del alma

El hecho es simplemente asombroso: Ofrece el periódico en la acera a todo pulmón, entrega el tipo de periódico solicitado y da vuelto en el acto, de cualquier moneda o billete. Es una persona que carece de visión, sin embargo, realiza su trabajo con increíble eficiencia y rapidez. En la siguiente esquina, retumba pegajoso el sonido de una cumbia. Los transeúntes avanzan por las cercanías, con tranquilo caminar, moviéndose cadenciosos al ritmo de alegres melodías, que emanan de alguna parte, quizá del interior de alguna tienda que promociona sus productos. Al acercarse a la fuente del sonido, la sorpresa es grata y grande, al observar las gesticulaciones del cantante, que micrófono en una mano, emite su cántico, blandiendo la otra mano, al compás de la música que sale del aparato electrónico que le acompaña. El artista sabe que hay muchas miradas que acarician su cuerpo; y con este estímulo, deja soltar al mundo su natural talento. ¿Cómo sabe que le están mirando? Claro que sabe, porque además, emite sublime sonrisa, como sincero agradecimiento a la generosidad de reconocimiento de sus dotes artísticas. Enla siguiente esquina, un trío de artistas entona música de la selva, entre pandillas y cumbias. ¿Qué relación existe entre la carencia de la visión y estas expresiones artísticas? Pues, la población que se traslada por allí, entrega sus contribuciones voluntarias.

Entonces, es una forma de trabajo digno de los que ven con los ojos del alma.

Al parecer, para ver no se necesita tener ojos, porque muchos que dicen ver, no ven aunque estén viendo. Y, de contraparte, los que carecen de visión, al parecer ven mejor, quizá porque ven con los ojos del alma. Los Apóstoles dijeron que creen porque han visto a Jesús resucitado; en cambio, el apóstol Tomás, como no le ha visto, aseguró no creer mientras no meta su dedo en las perforaciones hechas por los clavos. La inmensa mayoría dice que cree sin creer, solo por un cumplido. Esa mayoría no hace otra cosa que engañarse asimismo, porque las personas no le creen, menos Dios.

La inmensa mayoría que dice ver, solo tiene ojos para ver la paja en el ojo ajeno. No se cansa de apuntar con el dedo, no cesa de juzgar a los demás, de las supuestas acciones malas. Como esa mayoría casi siempre hace cosas malas, entonces el que ve de manera chueca, tiene suficiente insumo para seguir viendo mal todo el día y todos los días. ¿Y, cuándo va recapacitar o se va convertir en persona buena, para ver de verdad la viga existente en el ojo suyo? ¿Tan difícil es mirarse a uno mismo? Claro, es que mirar enfrente, a las demás personas, es mirar el panorama, en un radio de acción grande. Y mirar a la distancia es mirar solo una pajilla en ese ojo. En cambio, al mirar mis propios ojos, miro el centro mismo de la luz que mis ojos emiten, de palmo a palmo. No está allá, está aquí. No son ojos de otra persona, son mis propios ojos. Mirar de cerca, le permite al observador mirar el detalle, el tamaño real de la viga. ¿Cómo puedo recriminar a mi hijo que no sabe saludar a las personas, si yo no saludo a nadie, paso por delante de las gente sin emitir siquiera un quejido como hace algún cuadrúpedo? ¿Cómo puedo reclamar honestidad a las personas, si en el primer encargo que me dan, hago malabares administrativos para quedarme con el vuelto o adultero los montos de los comprobantes? ¿Cómo puedo recomendar a la gente que lea, si yo no leo ni los titulares de los periódicos, ni miro noticias televisivas? ¿Cómo puedo reclamar a la gente que evite proferir palabras soeces en sus comunicaciones verbales, si en mi hablar emito palabras inadecuadas de alto calibre? ¿Cómo puedo recomendar a las personas de grueso volumen corporal, aplicar una mejor cultura alimenticia, si yo soy el primero en poner en práctica una alimentación desordenada, en base a productos chatarra?

El golpe en el corazón es fuerte, cuando una joven madre con carencia de visión, hace presencia activa en la celebración diaria de la Eucaristía. Los hijos perciben los frutos de las gracias divinas que la señora recibe y quizá por esa razón, la llevan y participan de buena manera en la Misa. ¿Por qué las personas que dicen ver, se resisten asistir a la celebración de la Eucaristía diaria? ¿Acaso es requisito ver solo con los ojos del alma para invocar la presencia de Dios en nuestra vida? Es menester reorientar nuestra mirada en 180 grados, en vez de mirar enfrente, mirarse a uno mismo, para habituarse a ver el detalle de nuestra alma e iluminarnos de su luz y aprender la grandeza de la mirada de los ojos del alma.

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