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viernes, abril 26, 2024

Cuidado con la anomia

Por: Marcelino Arévalo

En una encuesta realizada hace poco sobre la percepción de corrupción de los últimos tres presidentes democráticamente elegidos, ésta supera el 75%, es decir 3 de cada 4 peruanos consideran como corruptos a Fujimori, Toledo y García, la fuente es la empresa 360 Grados, Investigaciones & Encuestas.
Como es de suponerse, los tres rechazan estar involucrados en actos de corrupción, siempre encontrando chivos expiatorios para llevar la atención por otros lados y otros personajes antes que en ellos, orientando la atención en temas superfluos antes que lo que hoy muchos consideramos, el único obstáculo por superar si es que queremos estar en la foto de los países desarrollados en la siguiente década.
Por un lado el expresidente García parece haberse puesto la soga al cuello en su intento por salvar la imagen de su gobierno, asumiendo el 100% de la responsabilidad de los llamados narco indultos, “lo volvería a hacer” ha dicho con esa hiper soberbia que lo caracteriza y que decanta en sus seguidores, acaba de caer otro narcoindultado cometiendo el mismo delito por el que fue indultado: narcotráfico, pasando de presunto a cada vez más responsable, la corrupción no tiene límites, le pusieron precio a la libertad y de ella un negociado descomunal.
Lo anterior sería un caso más de corrupción si es que la población no percibiría tremendo acto como una traición al ciudadano de a pie, Alan García sabe que les debe una explicación a las personas que sufren día a día el flagelo de la delincuencia, osea todos nosotros, ¿con qué derecho pueden hablar entonces de lucha contra la delincuencia y velar por la seguridad ciudadana si saben que los narco indultos son vistos como una afrenta al país entero?.
Con Toledo hundiéndose cada vez más en su laberinto inmobiliario, con un fujimontesinismo que cada día que pasa ve imposible sacudirse de Montesinos, ya que los une órganos vitales, después de muchos años de lucha, Keiko Fujimori empieza a darse cuenta de que fue utilizada por un gran sector de partidarios que solo busca en ella limpiarse de tanta porquería, en la que se vieron involucrados y del cual tampoco les es posible salirse, tarde o temprano terminará pateando el tablero dejando en la orfandad o lo que es lo mismo bajo el liderazgo de … Kenji. Dicen que a los propios fujimoristas se les pone la piel de gallina de solo pensar en esa posibilidad.
Necesitamos volver a creer, el Perú ha logrado superar la época violenta que le tocó vivir, ha superado la hiperinflación sufrida por largos años, hoy todos coinciden que el único y tal vez último obstáculo que nos toca superar es el de la corrupción, nada será posible con ella, todo lo avanzado se puede venir abajo si es que no somos capaces de quitar del camino a todos estos personajes que no creen en normas ni conductas éticas.
El mayor riesgo que entraña la extendida corrupción que hoy envenena la política peruana es que termine aceptándose como “normal” una situación que es profundamente anormal. Aceptar que si todos los políticos roban eso es lo normal, y debemos acostumbrarnos. A eso se le llama anomia, y ese es el mayor mal que nos acecha. Llegados a este punto, las denuncias por los hechos de corrupción dejan de servir para combatir esa lacra y terminan convertidas apenas en munición para los mutuos ataques que se lanzan entre sí los eventuales rivales electorales, sea para descalificarse o para demostrar que todos somos corruptos, y por tanto a qué tanto ruido. Es urgente emprender una limpieza a fondo de la escena política (Nelson Manrique Dixit)

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