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sábado, abril 20, 2024

El parque Inguiri (I)

REMEMBRANZAS

El parque Inguiri (I)

Por: Pedro Emilio Torrejón Sanchez

 

El parque Inguiri, ha jugado un papel importantísimo en mi infancia. ¿Por qué ?, se preguntarán ustedes. Sencillamente porque era un mundo, un universo lleno de colores, de gritos, de gente, de actitudes…en resumen, la vida. Lo que he visto, se quedará grabado para siempre en mi mente. Lo que hice ahí, (sólo o con los camaradas del barrio o del colegio) como mataperradas, alimentan mi mundo imaginario de un Tarapoto que no volverá.
Cierto, cuando los años comienzan a pesar sobre nuestros hombros, se suele uno decir que los tiempos pasados fueron mejores. Yo pienso que cada época tiene sus cosas bonitas ; y que cada generación conlinda con hechos positivos y negativos.
Volviendo al parque Inguiri. No tengo ningún mérito de haber sido un testigo ocular del dicho lugar, puesto que la providencia o el azar habían dispuesto que la casa de mis padres se encontrara justo al frente del parque.
Ese espacio, que comenzaba donde ahora se encuentra el local de Telefónica del Perú, y que terminaba donde hoy en día está ubicado el Colegio Ofélia Velásquez, yo le llamaba El Lamas de Tarapoto. La segunda cuadra del jirón Augusto B. Leguía era una subida (una montadita), como lo es en la actualidad ; en ese entonces ese espacio estaba dividido en tres pisos, como Lamas Manta. La calle era de tierra.
En el primer piso (lo que son ahora las oficinas de la Telefónica), se vendían los plátanos que venían de diferentes partes de San Martín ; y no solamente había transacciones de racimos de plátanos sino también de otros productos de nuestra Región (ungurahuis, shimbillos, coconas, aguajes, dale-dale, sachapapas,etc.), y de animales : chanchos ismaterillos, gallinitas, patos, pavos, gansos. En esta parte se construyeron varios kiosquitos de maderas, generalmente de venta de jugos y otras chucherías. Subiendo el jirón Ramón Castilla hacia el jirón San Martín, a la mano izquierda e inmediatamente después del parque Inguiri, vivía el administrador del Banco Amazónico, en mi época de escolar de primaria era don Alcalá Zamora, originario de Lamas, es decir, un «lameño» (como decía Joshelín Reátegui Sandoval) o un « lamista » (como decía todo el mundo). Don Alcalá estaba casado con doña Victoria Reátegui y tenían, en ese entonces, tres hijos : Moisés, Carlos Martín y Lucy.
En el segundo piso, llegaban los circos…y me acuerdo más del circo Ramírez Boys, con el Llanero Solitario, los acróbatas, los cuatro o cinco payasos, y del único clon que recuerdo nítidamente el nombre (porque me hacía reír hasta no más) es el de « Marraqueta ». Cuando mi primo hermano Piero Sánchez Levú le veía con sus zapatos de espectáculo decía : « ¡Que buenos macarios que tiene ! ». El Tilíco Mayer (en realidad se llama Freddy Avendaño Mayer y vive en Moquegua) me ha enviado por correo electrónico lo siguiente : « Ten en cuenta al otro famoso payaso ‘Cebollita’; la ‘Muñeca rubia’ quien era la contorsionista del circo y que una vez sufrió una caída espectacular mientras realizaba el acto de mayor peligro en la soga; además había el caballo ‘Pipo’, quien logró responder a la pregunta de “¿Quién era el más borracho de la ciudad ?”, en este caso se dirigió de manera directa y se puso enfrente del “Loco Jaime” (en verdad no era loco, sino alcohólico) »
El tercer piso, era un terreno descampado que todas las tardes se transformaba en una canchita de fulbito, donde los jóvenes de ésa época apostaban duro y parejo…y como nadie quería perder, habían una broncas de la pitri-mitri. Todo el mundo hacía pilla, no había árbitro, y sobretodo, las quejas abundaban a medida que el sol se despedía y uno apenas podía ver lo que ocurría. Al final de cuentas, todos terminaban hermanadados después de las mentadas de madre que se injuriaban ; cosas de muchachos. Pues en ese piso, al asistir a uno de los tantos y vibrantes matchs, recibí un shutazo en la nariz. Como la tarde estaba ya medio oscura, nunca se supo quién fue el autor de tal cañonazo. La pelota vino con tanta fuerza que me dobló el tabique : caramba, déjenme decir, que nunca ví en mi vida tantas estrellas. Me parecía que estaba en un mítin aprista. Consecuencia de ello : mis padres me llevaron de urgencia a Lima para ser operado en el Hospital del Niño de la avenida Brasil, tomando un bimotor de SATCO (Servicio Aéreo de Transporte Comercial) o de Faucett. Me parece que llegamos a Lima en cuatro horas, haciendo escala en Trujillo.

Abril 2013.
Pedro Emilio Torrejón Sánchez.
Desde Furchhausen, Francia

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