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viernes, marzo 29, 2024

Historias de Tarapoto, 9

Ayer posteé en mi Facebook un texto publicado en la Revista “Hildebrandt en sus trece”, aparecido en su columna de joda “The horror, the horror”. Los comentarios de dos conocidos periodistas, como son Héctor Adolfo Morey Zumba (chazutino) y Julio Alberto Quevedo Bardales (tarapotino), me inspiró escribir esta crónica, dentro de la serie de las historias tarapotinas, porque la riqueza periodística tarapotina abunda en personajes históricos y de valía que no han sido aún reconocidos, pero que dejaron huellas y es necesario rescatarlos del olvido y ese es el propósito de mi organización “Comunicando Bosque y Cultura”, y lo hacemos con nuestro propio dinero, que es escaso porque la concepción del ultra neoliberalismo -que ha creado una especie de idiotez– no permite invertir en la cultura.

Gracias a mi hermano Humberto Segundo he podido conseguir un ejemplar del periódico “El Sol”, que publicaba don Pedro Emilio Torrejón Reyna (Rioja) y que sentó época en el periodismo tarapotino y regional. Gran parte de la historia sanmartinense se encuentran en sus páginas y registran una época, desde 1959 hasta 1965, aproximadamente, periodo suficiente para conocer el espíritu sanmartinense y, de donde “Comunicando” se nutre como testimonio y referencia porque nos interesa la veracidad de los hechos. Gracias al portal “Tarapoto Antiguo”, me entero que dirigió el periódico hablado “Rafagas”, que no pude escuchar y que habría creado sensación en la ciudad de Tarapoto. Eran, pues, las acciones de un comunicador. En la primera cuadra del jirón Martínez de Compagnon, don Pedro Emilio tenía la librería que, también, se llamaba “El Sol”, así como su imprenta, de donde salió el valioso libro “El Paucar” (1959), de Guillermo Izquierdo Ríos, con cuentos, leyendas, poesías y unas adivinanzas que hicieron furor: “Largo y largote, échate a la cama y prepara el ocote”, “Escopetita de París que apunta al talón y balea por la nariz”, como ejemplos.

Don Amílcar Rodríguez del Águila, de quien escribimos una semblanza, me comentó que tiene una autobiografía que le obsequió don Pedro Emilio. En la librería “El Sol”, los títulos más comunes eran publicaciones de la editorial Minerva. El libro más popular de los años sesenta fue “Cartas de amor”, en donde los adolescentes de esos años nos inspiraríamos para enamorar a las quinceañeras tarapotinas que conquistaban nuestros corazones. Pero, muchas veces, aprender de memoria algunos párrafos no nos servía de mucho porque, ya en el lugar de los hechos, la turbación del momento hacía que nos olvidáramos de lo aprendido, por lo que muchos nunca pudieron conquistar a la mujer de sus sueños, como el caso de un Wiwanero, que no decimos su nombre para salvar su prestigio.

Pedro Emilio Torrejón Reyna, conspicuo militante de Acción Popular, de los años sesenta, era redactor de un espacio político que se irradiaba a las seis de la tarde por radio Tropical, donde lapidaba al partido aprista. Este partido, a través de Juan Salazar Novoa, contestaba las pullas y se decían la vela verde. Don Amílcar me informa que, después de esas furibundas peleas radiales, ambos terminaban tomando un café en el Bar Okey, olvidándose de sus furiosas diatribas. (Comunicando Bosque y Cultura).

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