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martes, abril 23, 2024

Tomás Cotrina, un embajador de la cultura de Lamas

La capital folclórica de la Amazonía peruana, como se le conoce, tiene un importante aliado en Tomás 

Tomás Cotrina Trigozo tenía 20 años cuando promovió una exposición de pintura, eso fue en su tierra natal, la provincia de Lamas. Dos décadas después es un destacado gestor cultural del departamento de San Martín, y con un equipo de especialistas ha elaborado una propuesta pedagógica para que escolares de secundaria sean embajadores del turismo en la zona. 

La primera vez que Tomás sintió el llamado de la cultura, fue cuando observó maravillado las pinturas de su compañero de aula en la escuela. Le parecieron obras extraordinarias. Ese mismo día reconoció con hidalguía que no había nacido para cantar ni bailar ni pintar. Su destino era otro. Lo confirmó tiempo después, cuando se reencontraron ya como estudiantes universitarios. 

Le propuso trabajar juntos: él promovería la exposición de su obra pictórica a condición de que seleccionara los mejores cuadros pintados que tenía hasta ese momento y preparara otros. Ocurrió en el 2000 y la muestra resultó un éxito total. Entonces no había proyector de slides en Lamas, relata, y para compensar la ausencia de tecnología incorporó danzas, música y una fiesta de gala a la inauguración de la juvenil obra. 

“Fue un éxito total y desde ese día no me detengo, porque de promotor me convertí en gestor cultural. Me di cuenta de que mi tierra, Lamas, era un enorme laboratorio de cultura, y tenía que demostrarlo como sea. Su cerámica, tejidos, medicina natural, la cosmovisión de las etnias awajún, chawi y quechua que habitan esta provincia tenía que contarlas”, manifiesta. 

No se equivocó Tomás, porque, a pesar de las dificultades que enfrentó en estas dos décadas para convencer a autoridades y empresarios que mostrar el patrimonio inmaterial tan rico que tiene Lamas es una buena inversión, no perdió la fe como su tocayo apóstol y creyó siempre que era posible desarrollar un turismo cultural y aprender a gestionarlo. 

Embajadores del turismo 

Tomás realizó consultorías sobre las iconografías de Lamas, trabajó en el gobierno regional en las áreas de turismo y de promoción cultural. Fue sumando experiencia gracias a la cual su visión superó las fronteras de su ciudad natal, y encontró que con Tarapoto y Moyobamba podía crear un circuito para los turistas. Le ha puesto punche, dinero y mucho tiempo para que esta oferta se consolide. “Sigo arriesgando, a veces, hasta la familia, porque la pareja no comprende”, cuenta. 

Igual, Tomás Cotrina, hijo de un periodista y especialista en ciencias sociales y antropología y de una profesora de danza y escuela primaria, ambos oriundos de Lamas, sigue creando proyectos para no traicionar su pasión. En agosto, por ejemplo, se implementará un piloto del Módulo de Aprendizajes y Saberes de la Cultura de Lamas en dos colegios públicos de secundaria. 

Tomás Cotrina Trigozo tenía 20 años cuando promovió una exposición de pintura, eso fue en su tierra natal, la provincia de Lamas. Dos décadas después es un destacado gestor cultural del departamento de San Martín, y con un equipo de especialistas ha elaborado una propuesta pedagógica para que escolares de secundaria sean embajadores del turismo en la zona. 

La primera vez que Tomás sintió el llamado de la cultura, fue cuando observó maravillado las pinturas de su compañero de aula en la escuela. Le parecieron obras extraordinarias. Ese mismo día reconoció con hidalguía que no había nacido para cantar ni bailar ni pintar. Su destino era otro. Lo confirmó tiempo después, cuando se reencontraron ya como estudiantes universitarios. 

Le propuso trabajar juntos: él promovería la exposición de su obra pictórica a condición de que seleccionara los mejores cuadros pintados que tenía hasta ese momento y preparara otros. Ocurrió en el 2000 y la muestra resultó un éxito total. Entonces no había proyector de slides en Lamas, relata, y para compensar la ausencia de tecnología incorporó danzas, música y una fiesta de gala a la inauguración de la juvenil obra. 

“Fue un éxito total y desde ese día no me detengo, porque de promotor me convertí en gestor cultural. Me di cuenta de que mi tierra, Lamas, era un enorme laboratorio de cultura, y tenía que demostrarlo como sea. Su cerámica, tejidos, medicina natural, la cosmovisión de las etnias awajún, shawi y quechua que habitan esta provincia tenía que contarlas”, manifiesta. 

No se equivocó Tomás, porque, a pesar de las dificultades que enfrentó en estas dos décadas para convencer a autoridades y empresarios que mostrar el patrimonio inmaterial tan rico que tiene Lamas es una buena inversión, no perdió la fe como su tocayo apóstol y creyó siempre que era posible desarrollar un turismo cultural y aprender a gestionarlo. 

Los escolares leerán cuentos protagonizados por el otorongo, el sajino o el tapir, para dejar de lado a los tigres y leones de selvas lejanas. Esta propuesta fue posible gracias a un trabajo en equipo del que Tomás formó parte. Sus integrantes coincidieron en que los niños, niñas y adolescentes pueden convertirse en los embajadores de su ciudad con capacidad de atender las curiosidades de quienes la visiten. 

Lamas, la capital folclórica de la Amazonía peruana, como la conocen, por sus 14 fiestas tradicionales que celebran durante el año, tiene en Tomás un importante aliado, pues él considera que un gestor cultural tiene como compromiso la preservación de la diversidad cultural del Perú. 

“No se puede hablar de turismo y cultura sin considerar nuestra identidad. El gestor cultural la fortalece, los gestores son una especie de bisagra entre las autoridades y el pueblo, el empresariado y el pueblo, y entre el arte y el turismo”, puntualiza. 

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