Siempre es bueno reflexionar sobre lo que hacemos con nuestras vidas, tanto en lo personal, como en nuestro desempeño como parte de la comunidad. ¿Cuántas propuestas formulamos a nuestras autoridades? ¿Hemos continuado creciendo como personas? ¿Nos hemos dado cuenta que, de repente, somos manipulados y repetimos en coro, sandeces y mentiras? ¿Quiénes han respondido a las casi infinitas cartas que escribimos? ¿Qué funcionarios no contestan las llamadas ni las devuelven, y será porque se creen importantes e imprescindibles? Los congresistas, ¿están haciendo lo correcto? Finalmente, ¿ha leído El Quijote de la Mancha, o alguno de los clásicos?
No es necesario recurrir a la presencia de la actual pandemia para que descubramos horizontes terribles que se avecinan. Nada como para advertimos de los desastres, el cambio climático, la desaparición de nuestros ríos, lagos y de nuestras tierras de cultivo, especialmente en el valle del Cumbaza y solo nos queda implementar acciones de manera coordinada con la participación de los tres niveles de gobierno y el liderazgo de los gobiernos locales. Pero los alcaldes viven asustados; tienen miedo.
Para este año 2022, si los gobiernos locales quisieran cerrar positivamente sus gestiones podrían aplicar la “ley del mínimo del desarrollo”, concepto sobre el que publicamos ya hace algunos años, y priorizar actividades. La ley del mínimo se refiere a lo que se relaciona directamente con la gente, y esto los alcaldes desconocen, por lo que a muchas personas les admira la temeridad de
mucha gente que, sin haber leído nada del concepto del desarrollo local, quieran ser alcaldes, que es realmente un serio peligro. Pero la sordera de los alcaldes es proverbial y un peligro para la sociedad.
El tema más urgente de nuestra época es el cambio climático, insistimos. Y sobre esto se ha escrito y hablado en demasía. Se han diseñado estrategias que comprenden intervenciones de todos los sectores. Para gestionar las acciones de la mitigación del cambio climático existe actualmente un espacio y foro único y revolucionario que es el Comité de Gestión Regional Agrario (CGRA), que articula a los tres niveles de gobierno, pero donde los alcaldes provinciales nunca están presentes, y sí alguno ha asistido en estos tres últimos años, es porque “le ha sobrado tiempo”. Propondríamos, entonces, crear la “Autoridad Regional de San Martín para la mitigación del cambio climático”, aporte de Comunicando Bosque y Cultura, que es una organización privada para promover la defensa del medio ambiente, rescatar valores ciudadanos y la historia de la región.
Que este año 2022, sea el año de las grandes realizaciones. Que los gobiernos locales estén más cerca de nosotros y sus alcaldes nos escuchen. Pero no queremos alcaldes timoratos, de visiones estrechas, sordas, cobardes y que tienen miedo de actuar y convocar. Un ejemplo, los alcaldes tienen miedo de recuperar las áreas verdes y comunes que vecinos abusivos han invadido y de los que se han apropiado. Usando argumentos falsos aceptan los hechos consumados. ¡Y así no es, Huairuritos! (Comunicando Bosque y Cultura).