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viernes, marzo 29, 2024

Navidad y todo lo que signific

Llegamos a la celebración esperada por todos y, sobre todo, por los niños que son los grandes agasajados de los hogares. Hace muchos años, después de leer la obra “Canción de Navidad”, del escritor Charles Dickens, me enteré que muchos aspectos navideños que hoy celebramos se popularizaron gracias a esta obra. Las reuniones familiares, la costumbre de intercambiar regalos, las comidas y bebidas de temporada y hasta la frase “feliz navidad” llegaron a nosotros gracias a esta obra, que fue escrita en una época en la que el trabajo infantil ya alcanzaba niveles aberrantes.

Llega la Navidad y mi imaginación vuela. Regreso al pasado y veo a Papa Noel salir desde la huerta de mi abuela y venir a duras penas cargando una bicicleta. En un niño esas imágenes son imborrables, y en nada aminoran la impresión del momento que unos años después sepas que ese Papá Noel era mi padre Willian con su traje clásico y las botas con las que iba a la chacra. O en Lima, pues, según me cuentan, el tío Rómulo Orbe simulaba ser Papá Noel y preguntaba desde fuera de la casa si mi hermano Boris se había portado bien en todo el año. En coro respondían mis tíos y mis padres: “¡Sí, Papá Noel!”. O las correrías que hacíamos con mi adorada madre Betty y mi hijo Marcelo en el Jockey Plaza, porque ir de compras con mi madre era una aventura sin igual. He sido un privilegiado por todos estos momentos que viví y por los cientos de anécdotas que mi padre cuenta con su memoria prodigiosa.

Esta Navidad nos encontrará nuevamente con algunas restricciones que a muchos nos disgustará. Pero esta “preocupación” de que si podremos reunirnos con amigos a celebrar, no es nada comparado a la preocupación real de otras familias de si tendrán un poco de comida para llevarse a la boca. Vemos a niños y adultos de la tercera edad enfrascados en una dura lucha por conseguir algo de dinero, ya sea vendiendo caramelos o cigarrillos, o pidiendo una colaboración en cada local de venta de comidas en el centro de la ciudad. Es el “emprendedurismo” (mal entendido), característico de los peruanos, diría un economista regordete que nunca ha pasado penurias.

A muchos nos encanta compartir con los que menos tienen, y eso es bueno. Es un indicador que aún tenemos algo de humanidad dentro de nosotros. Pero esta terrible desigualdad no se puede combatir desde acciones individuales, pues esto se podría y se debe acortar mediante un Estado fuerte en áreas como salud y educación. Paul Krugman lo dice semana tras semana en su columna del New York Times.

El objetivo no es dejar de disfrutar las fiestas porque otros con menos recursos no pueden hacerlo. El objetivo es tomar conciencia y saber que esa dura realidad que viven muchos compatriotas se puede revertir si nuestros gobernantes se pusieran de acuerdo y dejáramos de creer tonterías como que “el pobre es pobre porque quiere”. Feliz Navidad a todos. (Comunicando Bosque y Cultura).

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