Últimamente venimos tocando el tema de la importancia que los gobiernos locales asuman, de verdad, liderazgos y compromisos con los ciudadanos. Desde el comienzo hemos insistido en que los alcaldes asuman sus roles teniendo en cuenta las visiones de futuro y que les encamine a dejarnos, cuando terminen sus gestiones, una ciudad o pueblo diferentes a lo que encontraron. Se les ha señalado derroteros, ideas y rutas de cómo dirigir un proceso de desarrollo local. Sin embargo, a nuestro entender, dentro de un proceso de corrupción mental, parece que todos piensan en obras faraónicas, o lo que ellos llaman “de impacto”. A un año de terminar sus gestiones, todos los gobiernos locales estarían en nada.
Se ha podido apreciar que los gobiernos locales, o sea los alcaldes, no han sabido ubicarse para dirigir el desarrollo armónico de sus territorios. La situación se convierte en tragedia cuando terminan siendo gestiones autistas porque no escuchan nada y algunos creerían que con sus silencios y el no dar respuestas a las demandas los pinta como grandes políticos. Por ejemplo, al profesor Hugo Meléndez Rengifo, alcalde del distrito de Morales, le hice llegar mensajes por todos los medios habidos y por haber…¡y nunca se ha pronunciado! Le hicimos llegar propuestas de solucionar provisionalmente la polvareda de la calle Rafael Díaz y el quince de este mes le hice llegar la última de este año, un mes después de la anterior. Es como pedirle peras al olmo.
La región San Martín está camino a convertirse, dentro de poquísimos años, en un territorio devastado. Cuando finalicen las gestiones de los gobiernos locales que forman parte de la cuenca del Cumbaza, solo quedarán no más de mil hectáreas de tierras de cultivo. Porque, si bien los gobiernos locales podrían tener sus planes de acondicionamiento territorial y planes de desarrollo urbano, en la práctica no se cumplen. Es por eso que las riberas de nuestros ríos y quebradas se están lotizando y privatizando, en franca oposición a las leyes, y están dejando a los ciudadanos sin acceso a ellos. O sea, ¡están destruyendo el paisaje y nuestra calidad de vida!
Si los alcaldes decidieran tomar al toro por las astas, en este año que les queda podrían avanzar los temas del desarrollo local. Y no es cuestión de dinero. El asunto pasa por concertar y hacer cumplir las leyes. Pero, al parecer, todos tienen profundos problemas psicológicos, porque creen que el empresario privado tiene carta libre de hacer lo que le venga en gana, y, dizque, el Estado solo tiene un “rol subsidiario”. Al “emprendedor” hay que permitírselo todo, porque está haciendo dinero, parecieran decir.
Importante sería que los alcaldes, cabeza de los gobiernos locales, asumieran liderazgos efectivos, porque tres años después de haber iniciado sus gestiones no han comprendido sus roles y responsabilidades. Podemos comprender que la gente no ayuda, por no contradecirles, porque hay que “cuidar” la seguridad del trabajo. Pero, si nuestros alcaldes comprenderían el significado de lo que es el “gobierno local”, otro gallo cantaría. (Comunicando Bosque y Cultura).