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viernes, marzo 29, 2024

Es ícono de la Iglesia Católica y personaje histórico del pueblo de Yurimaguas

Un post que da un breve testimonio de su vida entregada a Dios en su cuenta de Facebook, hasta el momento alcanza más de 100 comentarios de felicitación, like y varias veces compartidos, del reverendo Padre Carlos Murayari Amasifuen, sacerdote Diocesano, es lo que compartimos hoy, en VOCES. 

Carlos Murayari, es ícono de la iglesia católica, del Vicariato Apostólico de Yurimaguas, y considerado un personaje histórico del Bicentenario por su labor sacerdotal y lucha constante acompañando siempre al pueblo de Yurimaguas en sus acciones en busca de sus reivindicaciones. 

Gracias a sus investigaciones, Yurimaguas tiene su partida de nacimiento, reconociéndose al jesuita Samuel Fritz, como su fundador. Al cumplir 71 años de edad, escribió lo siguiente en su Facebook: 

TESTIMONIO, A ESTAS ALTURAS DE MI VIDA: 

te doy gracias Padre Dios, por todo lo que me hiciste recorrer. Tomados de la mano, como grandes amigos, me vas llevando, como buen pastor, hacia fuentes tranquilas que realmente sacian la sed. Ante todo, gracias, porque has compartido conmigo tu vida divina a través de tus sacramentos, que me han permitido ir creciendo progresivamente “en sabiduría y en gracia” ante tu presencia y ante la presencia de nuestro pueblo a quien me enviaste a servir. 

Gracias por mis padres, ante todo por la gran mujer que me diste por madre; una mujer sencilla, humilde, justo la que necesitaba para hacer realidad mis sueños, ilusiones y esperanzas. 

Bendigo aquella mañana que tocaste mi puerta en nuestro pueblo de Santiago de la Laguna y me invitaste a seguirte. Dije, sí, y no me arrepiento. Al contrario, te agradeceré siempre, Padre Dios, porque gracias al llamado que me hiciste y al sí que te di, vamos escribiendo juntos una aventura humana con sabor a divino que solamente contigo se puede experimentar. Esta aventura como me has hecho comprender progresivamente, se llama vivir con sed y ansias de verdadera felicidad, que solamente tú, Padre, nos la puedes dar. 

Gracias por los amigos que has puesto en mi camino: grandes y santos misioneros y misioneras, que han adornado y enriquecido mi vida con su testimonio de amor y servicio a las comunidades donde desempeñan su quehacer evangelizador iluminados e impulsados por la fuerza del Espíritu Santo. 

Gracias por las familias que me animaron y acogieron el año 1979, identificándose con mi sacerdocio y mi labor magisterial. 

Finalmente, gracias Señor por los amigos, que a estas alturas de mi vida están a mi lado, haciendo agradable mi ser y estar de cada día; y haciendo liviana y ligera la cruz que tengo que llevar. Para todos ellos una bendición especial, Señor”. 

Te alabo señor, porque siempre eres misericordioso con todos nosotros “Lento a la colera, rico en piedad y leal”  

Gracias señor, gracias señor, gracias padre DIOS. Diste al universo armonía y tu corazón a nuestra amazonia.

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