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viernes, abril 26, 2024

Cuando una obra literaria vive para siempre

Por: Ricardo Quevedo

GRITOS DE UN FETO AL VERSE EN LIBERTAD, es una  obra de varios relatos que publiqué el año pasado. Tiene varios episodios de recreación, dividido en dos capítulos, el primer capítulo, se compone de seis relatos que tiene cierta secuenciali dad  con la ilación de hechos entorno a un solo tema: la problemática e identificación del pueblo de Lamas que atraviesa por una serie de luchas, todas ellas producto de la ambición de malos gobiernos y de ciertas autoridades que miraban a la ciudad únicamente como el escenario de descanso, pero comercial y económicamente, tenía y lo sigue teniendo ciertas limitaciones.

Por ejemplo el relato: “Lamas y la transculturación social en movimiento”, tiene como situación temática, el cambio permanente y evolutivo de una ciudad, pues con estos cambios en permanente movimiento, Lamas, en este aspecto no está aislada, sino que responde a un proceso de cambio e influencia externa, para esto el autor maneja varias variables con diversos personajes que analizan la situación social del pueblo.

A su vez, el relato “El Rostro Adolescente que sigue Sufriendo”, nos pinta un panorama de un pueblo que con varios años ya de fundación española, en vez de ser ya con todas sus necesidades por lo menos las básicas, total o parcialmente solucionadas, resultan ser todo lo contrario, es decir con cierta analogía con el adolescente, que sufre porque aún tiene muchas limitaciones.

El relato “Huellas de Reivindicación social”, responde a las varias luchas de jornada emprendida por el pueblo de Lamas, destacando como figura representativa de luchador y héroe la persona de Luis Bruzzone Pizarro, que siendo argentino de nacimiento, se ha convertido en lameño de corazón, no solo por haberse casado con una mujer lamista de la familia Bensaquen, sino por el tipo de luchador social que era y encajaba de una manera precisa con la problemática social del pueblo de Lamas.

El relato: “El pueblo en llamas, tras saqueo a comerciantes”. Es otro de los enfrentamientos, pero entre pobladores de la misma ciudad, con la diferencia de que los mestizos siempre aprovechaban de los indígenas, mientras que estos, saciados de tanta esclavitud de trato económico, se rebelan, a consecuencia de esto, los mestizos no se quedan atrás y queman las chozas de los nativos.

El relato: “Lemas gobiernistas de un dictador”, se trata de las consignas de un dictador llamado Leguía, que estaba más de diez años en el poder y que buscaba sembrar en todo el país una política radical de sometimiento a la población, estos enfrentamientos llegó hasta la ciudad de Lamas con espías como Pinto que recorre gran parte de la selva, específicamente la ciudad de Lamas, que es el lugar depositario de sus pretendidos levantamientos, para lo cual este espía comunica a los oficiales Santibáñez y Pizarro, quienes arriban con una numerosa tropa a la ciudad que es tomada y proclamada la política del dictador Leguía.

El último relato de este capítulo se titula: “¡Dónde está tu arma, carajo!”, es el retrato de la ciudad de Lamas, que fue tomada por los emerretistas por dos veces consecutivas en la década de los noventa. Incendiaron varias instituciones públicas, incluyendo la comisaría, el Banco de la Nación, los Registros Públicos y la notaría.

Los pocos policías que resguardaban la comisaría, fueron secuestrados por los emerretistas y llevados a la plaza de armas, donde les hacían formar y les empezaban a lavar el cerebro, según ellos, pues les contaban toda la política del EMRTA, y les hablaban del sometimiento que el Perú estaba viviendo con la política fujimorista de aquel entonces. A parte de esto les quitaban las armas; el único que se quedó con su arma de reglamento fue un policía de Lamas, llamado Grandes, quien en un arranque de valentía y mucha habilidad, escondió su arma bajo un montículo de arena dentro de la comisaría.

El segundo capítulo, abarca varios relatos, todos ellos con una temática común de la coyuntura, y destacando también ciertos hechos sociales de la comunidad, como por ejemplo “Los símbolos patrios no se mancillan con los genitales femeninos”, destacando en este relato la figura de la cantante Leyli Suárez, que pretendiendo promocionar su figura esbelta, en el centro de la ciudad de Lima, monta a un caballo y se pasea muy coqueta encima del animal, totalmente desnuda, tapándose los genitales únicamente con la bandera nacional.

Esto fue en el gobierno de Toledo, y fue toda una noticia a nivel nacional, creando a la vez cierto “disgusto” en los representantes del gabinete. Pues ellos protestaban que no se puede manchar de esa forma los símbolos patrios que merece mucho respeto.

Esto es una triste falacia, pues ellos en la práctica, son  los primeros en mancillar no solo los símbolos patrios, sino toda la institucionalidad del país  por la forma hipócrita de gobernar, pues en teoría, cuando están en campaña, dicen una cosa, y hacen otra, cuando están en el poder.

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