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viernes, marzo 29, 2024

La memoria como antídoto

Es peligroso negar hechos reales: “El cabecilla senderista nunca se arrepintió de haber causado tanta muerte y destrucción”. 

Sendero Luminoso, asesinó, masacró, secuestró, torturó, expolió y, en suma, atropelló de diversas formas”, dice Salomón Lerner. 

Expresidente de la CVR y estudiosos de Sendero Luminoso destacan que Guzmán no se arrepintió. Advierten coincidencias en los extremos políticos. Recuerdan que crueldad contra líderes campesinos fue otra muestra de su insania. 

El cabecilla senderista nunca se arrepintió de haber causado tanta muerte y destrucción. Sus seguidores pedían amnistía y justificaban la barbarie que ocasionaron su líder y Sendero. 

“Guzmán fue el responsable principal del más terrible periodo de violencia que ha experimentado el Perú en sus doscientos años de vida independiente. Ha muerto a los 86 años sin hacer nunca un solo gesto de arrepentimiento, sin pedir perdón por las decenas de miles de peruanos y peruanas que su organización, Sendero Luminoso, asesinó, masacró, secuestró, torturó, expolió y, en suma, atropelló de diversas formas”, dice Salomón Lerner, expresidente de la Comisión de la Verdad. 

“No es tan acertado encontrar en su muerte el cierre de un ciclo o un punto de quiebre en nuestra historia colectiva. Sí es importante, ahora que se diserta sobre él, insistir en la importancia de la historia y de la memoria de la violencia”, anota. 

“Y situar en el lugar central la memoria de las víctimas de Sendero. La CVR demostró la responsabilidad de Sendero en la tragedia por haber sido quien inició el conflicto, por los métodos terroristas y de ataque indiscriminado a la población que empleó desde el primer momento, y por haber causado el mayor número de víctimas fatales. Señaló, también, que el único caso en que se pudo haber configurado el delito de genocidio en esos años fue durante el cautiverio del pueblo ashaninka por Sendero y recomendó que se profundizaran investigaciones para verificar esa posibilidad. Ninguno de los cuatro gobiernos que han sucedido han hecho nada al respecto”, añade. 

Advierte el negacionismo en la derecha y en la izquierda. 

“Desde la derecha se practica la acusación de ‘terrorista’ de manera indiscriminada, cínica y embustera contra todo aquel que cuestione el statu quo. Desde cierta izquierda, incluyendo a personajes del Gobierno, se banalizan crímenes de Sendero, o se llama a dar un lugar a su memoria —es decir, a su racionalización del baño de sangre producido— como señal de inclusión y tolerancia, o se reclama el olvido de los hechos y de las víctimas, como gesto de realismo político”, explica. 

“Estamos ante tendencias antagónicas, pero en el fondo hermanadas en un mismo negacionismo y en una misma pulsión antidemocrática. Si la muerte de Guzmán puede tener alguna implicancia hoy, tendría que ser un reforzamiento de la memoria, como un antídoto contra esas tendencias que asedian a lo que queda de nuestra democracia”, sostiene Lerner. 

“Ha fallecido el cerebro de una guerra que dejó terrible devastación y sufrimiento. Abimael Guzmán soñaba con llevar al Perú a la tierra prometida del comunismo, pero su guerra fue solo brutalidad y muerte sin sentido”, dice el también coautor de Las rondas campesinas y la derrota de Sendero Luminoso, Carlos Iván Degregori. 

“Guzmán se fue a la tumba sin arrepentirse. Su rigidez ideológica y su falsa certeza lo dejaron incapaz de reconocer cómo sus ambiciones habían causado tanta miseria en Perú y heridas que nunca se han sanado”, comenta el antropólogo. Fuente: Diario La República   

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