A poco mas de una semana de instalado el primer gobierno democrático de izquierda, junto con él se instaló también la incertidumbre política y la inestabilidad económica, pero, de lo único que podemos estar seguros es de la omnipresencia del líder del partido que le tocará conducir los destinos del país en los próximos cinco años, si es que se logra un equilibrio estratégico entre las fuerzas opositoras en esta etapa post bicentenario.
Preocupa sobremanera que un condenado por corrupción pueda tener la injerencia que, a todas luces, parece tener Vladimir Cerrón, si la batalla política la ganó en las elecciones, parece que en la batalla legal no le va tan mal, ¿o es que nuestro sistema es tan débil que una persona con mediana inteligencia puede hacer y deshacer sin que nadie pueda detenerlo?, ¿o es que conoce tan bien los escondrijos que otros construyeron para protegerse y hoy los utiliza a su favor?
A decir verdad, más que Cerrón preocupa la torpeza con que la clase política tradicional, responsable directa de la intromisión legal en el poder de esta persona, actúa. Resulta patético ver como prominentes líderes responden a cualquier provocación que éste les hace, los distrae y sigue avanzando en su propósito de copar todas las instancias del poder sin que nadie sea, hasta ahora, capaz de frenar el apetito de poder que va mostrando.
El nombramiento del primer ministro no solo resulta una provocación, sobre todo hacia el congreso, con el fin de que el gabinete sea censurado y con ello este poder del estado quedaría debilitado de cara a un cierre por dos censuras, pero lo más grave es que el manifiesto pro senderismo que estas personas han mostrado antes, durante y después de las campañas, ha hecho posible que tengan acceso a información clave con carácter de secreto para la lucha antisubversiva y con ello todo el estado peruano queda en manos de quienes antes fueron sus enemigos. Queda por tanto el congreso ante la disyuntiva de el voto de confianza o la censura, ambos dañinos para el estado de derecho.
Hoy mas que nunca el entramado político tiene una complejidad nunca antes vista, la libertad está en peligro y dependerá de una clase política que sea capaz de reivindicarse devolviendo la confianza a la población que mayoritariamente quiere democracia sin corrupción, que creo fue el mensaje que dio en las urnas, pues la mayoría consideró en su voto, que es mejor luchar contra posiciones extremistas que buscan destruir la democracia que someterse a grupos políticos que en treinta años han sido incapaces de resolver los problemas centrales de un país, menospreciando el valor que tiene la educación de calidad y autodestruyendo los partidos políticos, hoy nos encontramos con liderazgos débiles frente a un partido cargado ideológicamente que tiene una estrategia, sabe lo que quiere y lo peor de todo, hoy tiene el poder en sus manos.
No creo que haya una persona en el Perú que no considere que necesitamos un cambio, demasiados recursos para objetivos tan cortos, un país que tiene historia, institucionalidad pero requiere liderazgos auténticos que defiendan a la patria antes que sus propios intereses, esta afrenta que tenemos hoy los peruanos, es una prueba más para nuestra joven democracia, los gobiernos se deben al pueblo que los eligió, no al partido que los lleva al poder, si no tenemos eso claro la destrucción moral del país seguirá el camino inexorable de la autodestrucción, a pesar de todo aún confiamos en que el congreso tenga la visión necesaria de país que refuerce la institucionalidad y nos devuelva la esperanza.