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viernes, abril 19, 2024

200 años: Relajo y festejación

Esta es tal vez la semana más importante para nuestro país de los últimos dos siglos de existencia como república y lo decimos por lo que nos toca vivir, una pandemia que amenaza con terceras y tal vez más olas, un país completamente dividido y sumergido en una crisis económica sin precedentes y ad portas de un cambio de gobierno que por primera vez en la historia le toca a la izquierda asumir la dirección del país en un contexto desfavorable.

No hay momento para la relajación y el festejo no será como en años anteriores, debido aún a las restricciones sanitarias con toque de queda incluido, aun así, con todo en contra aún hay espacio para la esperanza, aún tenemos las fuerzas suficientes para salir adelante, algunos con nuevas ideas y proyectos, otros reconvertidos, en un país que no se deja amilanar.

Sin embargo muchas son las amenazas que se ciernen aún sobre nuestro país, más aun sobre un sistema que ha permitido que poco a poco nos vayamos acostumbrando a ella y que con solo mantenerla podemos darnos cuenta que no existe otra mejor, es la democracia que se defiende con uñas y dientes para seguir buscando el bienestar de todos, esta democracia que hoy sufre ataques de varios frentes y que lamentablemente los malos ejemplos se van esparciendo creyendo que podrán torcer la voluntad de los pueblos que aprendieron, a costa de mucho sacrificio, a decidir por lo que consideran es lo que más conviene.

La amenazas a la democracia se presentan de distintas maneras, con vestiduras de súper empresarios exitosos que creen que pueden estar por encima de la leyes o caudillos que lanzan frases populistas sintonizando con las necesidades de la gente, son los que esperan escuchar de líderes que saben muy bien que el camino va por fomentar la institucionalidad que la sostenibilidad pasa por fortalecerlas al grado tal que no dependan de personas, que estas se sostengan por procesos eficientes, transparentes e inclusivas.

Buscar inclusividad va más allá del solo hecho de pertenecer, las instituciones económicas inclusivas posibilitan y fomentan la participación de la gran mayoría de las personas en actividades económicas que aprovechan mejor su talento y sus habilidades y permiten que cada individuo pueda elegir lo que desea. Las instituciones económicas inclusivas ofrecen una garantía al derecho de la propiedad privada, un sistema jurídico imparcial y un conjunto de servicios públicos que proporcionan igualdad de condiciones para la realización de intercambios mercantiles, firmas de contratos, libertad de elección en las profesiones.

Pero, el reto mayor para los peruanos es reparar esa fractura social que nos tiene postrados hace ya más de dos siglos, la discriminación. Nunca tan vigente como ahora, cuando hace más de 15 años el psicoanalista Jorge Bruce nos muestra la perturbada alteridad que no nos permite descolonizarnos y aquel grito de independencia todavía espera ser concretada haciendo que veamos en el éxito ajeno nuestro propio éxito y sintamos también que el fracaso de un peruano o peruana es también el nuestro.

“En la enorme tarea de democratizar una sociedad como la nuestra, en donde las instituciones no hacen más que reflejar las precarias condiciones de nuestra convivencia y nuestro pacto social, marcadas por unos afectos como el resentimiento y el remordimiento que conspiran para impedirnos acceder a un grado superior de humanidad, cada cual debe intentar asumir sus responsabilidades”.

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