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jueves, abril 25, 2024

Gratos reencuentros en Chazuta

Junto con Marilú Urresti Tenazoa, mi compañera, visité Chazuta el sábado pasado y lo que ocurrió ese día fue maravilloso. Significó para Marilú el reencontrarse con los recuerdos del inicio de su adolescencia cuando llegó en 1960 con sus padres y hermanos, y que para mí fue el despertar de ese algo nuevo cuyos resultados estoy cosechando sesenta años después.

Comenzamos la jornada disfrutando un opíparo desayuno chazutino iniciando luego el recorrido por el pueblo para reencontrarnos con las personas que son parte de nuestras vidas y cuyas expresiones nos llevaron por el túnel del tiempo como ese viaje imaginario de Flammarion, que nos hizo ver que para mucha gente formamos siempre parte de sus vivencias. Nuestro reencuentro con Ricardo Cruzalegui Bartra, chazutino ancestral; Gladys Sangama Ishuiza, quien expresa con emoción y alegría sus tiempos de alumna de Sofía Bartra y Rosa Gonzales. Al verla a ella reconozco lo agraciadas que siempre fueron Gladys y sus hermanas –y todas las chazutinas–. Es que las chazutinas siempre fueron chicas ¡ya no ya! ¡Para qué te cuento!

Esta visita a Chazuta fue también el descubrimiento de algo que se nos estaba escapando y es la aun existencia de casas con sus inmensas huertas que son como la reserva natural de nuestras especies forestales y frutales, como los árboles de huairuro donde Blanca Vela Reátegui, que están en plena producción; o en la moderna finca de Ricardo donde encontramos una planta de parinari, que nos muestra con orgullo y donde también se encuentra un diván de madera de una sola pieza de cien años de antigüedad que fuera construida en Tres Unidos y que alguna vez fue la herencia de Américo Linares Reátegui, otrora diputado aprista y líder campesino.

Una hora de maravilloso disfrute lo pasamos en la Chacra Pasikiwi, de la pareja Jorge Moreno Reátegui y Emma Larsson, ciudadana nacida en Suecia. En el predio disfrutamos los encantos de una naturaleza todavía salvaje compartiendo nuestras emociones y esperanzas para que Chazuta sea un lugar turístico de primer orden, donde admiramos el metohuayo, la belleza de una bubinzana, las matas del bijao. Pero una imprevisible llamada de atención recibí esa mañana porque no asistí a la invitación de un caldo de gallina de mi paisano Gamaniel Pizango. Entonces me dije: “¡Carajo, esta es mi gente!”

La jornada terminó en el fundo “El Porvenir”, de mis primos hermanos Arévalo Garazatúa, donde estamos citados los “Modernos Templarios”. Allí compartimos un lonche con su café rupa-rupa con sus rosquetes, acompañados de Hugo Orlando y su familia y el siempre ocurrente y simplón Julio, recordando las ocurrencias del pasado. Y es oportunidad para decir que esta visita fue también un descubrimiento que, a pesar de las visitas realizadas tantas veces, no nos habíamos dado cuenta: que Chazuta tiene sus bosques urbanos y ¡no deben desaparecer! Y viene a mi memoria el cuento de Monterroso que César Hildebrandt cita entre líneas en su columna de la semana pasada: ´Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí´. Si, pues, en Chazuta los bosques todavía siguen allí. [Comunicando Bosque y Cultura].

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