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jueves, abril 18, 2024

Gratitud con responsabilidad

En 1957 después de ganar el premio Nobel de Literatura, Albert Camus le escribió una carta a quien fuera su profesor en la niñez “sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continúan siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido”.

La gratitud es un sentimiento y una acción que implican reconocer el esfuerzo, beneficio o favor recibido. Desde el año pasado, en todo el mundo, las labores educativas cambiaron de manera radical y poco a poco el agradecimiento a las y los docentes también se hizo efectivo al personal de salud, científicos, padres y madres de familia y a todos aquellos que contribuyen a que la escuela continúe funcionando.

El trabajo que se realizó desde los colegios es encomiable, adaptando las prácticas educativas a la nueva realidad que trajo la pandemia por el Covid-19. ¿Niñas, niños y adolescentes han perdido uno o dos años de su vida educativa? La respuesta es no. Son años salvados por y para las escuelas.

Desde una mirada superficial, que considera la presencialidad como única manera de contacto entre personas y la enseñanza de temas académicos como la mejor forma de aprendizaje, se estima que si los estudiantes no regresan a clases de manera inmediata continuarán “perdiendo parte de su vida”.

Es fundamental recordar que la educación sobrepasa a la escuela. A pesar de las dificultades que no estaban previstas maestras y maestros emprendieron nuevas estrategias de enseñanza y activo uso de la tecnología, brindaron soporte emocional mediante la escucha y el acompañamiento, idearon métodos novedosos y creativos que permitieron desarrollar, en niños y jóvenes, nuevas habilidades como la resiliencia, empatía, autorregulación y liderazgo.

Uno de los grandes aprendizajes en este tiempo es el reconocer y aceptar nuestra fragilidad para situarnos de manera correcta en el mundo, no creer que algunas ideas o posturas valen más o que el dinero puede conseguir todo, hasta la felicidad. Gran parte de esta responsabilidad la tienen los libros de autoayuda y algunos avisos publicitarios que presentan una visión distorsionada de la realidad y hacen olvidarnos que somos frágiles, vulnerables y limitados, pero a pesar de ello construimos nuestro propio destino.

¿Es importante que los estudiantes retomen sus clases presenciales? Sí, pero hay que tener en cuenta tres aspectos. Primero, que prevalezca el derecho a la salud y a la vida. Hay que tener en cuenta que en el Perú han fallecido más de mil niños y adolescentes menores de 18 años a causa del Covid.

Segundo, aprender de las experiencias de países que abrieron sus escuelas cuando la pandemia no estaba controlada y volvieron a cerrarlas. Prestar atención a médicos y científicos que alertan de una posible tercera ola y no solo a los políticos. Tercero, saber que ya hay un plan de retorno a clases en nuestro país. A la fecha hay más de 2 mil centros educativos abiertos en zonas rurales y se ha implementado un protocolo de bioseguridad para el retorno progresivo.

Mientras continúe el programa de vacunación y los casos puedan reducirse o controlarse cuidemos a los alumnos, a sus profesores y al personal que trabaja en los colegios. Mientras tanto, cantemos a nuestros profes el vals criollo de Hugo Almanza “como no voy a recordarte si tú me enseñaste a creer en Dios / a defender mi patria / a respetar a mis padres / a decir la verdad… a jamás hincarme de rodillas porque la dignidad de un hombre no tiene precio”.

 

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