Por: Marcelino Arévalo
Luego de haber vivido uno de los procesos electorales más tensos en Perú, entramos a lo que podría ser una semana decisiva para que, por fin, se proclame a quien todo indica será el presidente de la república en el próximo quinquenio, entrando por cierto a otra etapa de incertidumbre al no saber si se cumplirá tal como establece el cronograma y manda nuestra constitución política, o será el quinto presidente que en estos últimos tres años no pasa de ser “transitorio”.
Tenemos un país que va recuperando el ánimo ante el avance inusitado de la vacunación masiva que indica que a fin de año podríamos tener un país que vuelva nuevamente a su plena capacidad operativa y la economía retome la dinámica a la que nos estábamos acostumbrando; mención aparte merece la gestión y el proceso de vacunación que devuelve la esperanza y podría romper el falso paradigma de la ineficiencia del estado, un trabajo que merece ser analizado y tomar las lecciones para que lo mismo se pueda hacer en sectores que necesitan de urgente presencia del estado como son la educación y la salud.
Superadas las crisis de salud y económica se prevé que la crisis política se acentuará más aún si tomamos en cuenta el daño que se viene perpetrando al estado de derecho desde distintas tiendas políticas quienes, a través de sus defensores legales han tomado la presunción como un hecho sobre la cual construyen hipótesis que fácilmente podrían ser rebatidas, sin ser un especialista, basta revisar los principios legales que sostienen un estado de derecho que nos permite tener la claridad frente a acusaciones que carecen de sustento con buena argumentación y dejan muy mal parada a una clase política que durante muchos años contaron con incuestionables referentes legales.
Se percibe, muy tenue aún, que la institucionalidad democrática va consolidándose en el país, sin soslayar las irregularidades que en el proceso se han producido, estas no se han generado como consecuencia de un fraude sistemático ya que ambos contendores han coincidido que éstas irregularidades no provienen del ente encargado de cautelarlo, al no producirse esta irregularidad queda la sensación en el imaginario colectivo de una suerte de mal perdedor en quien no alcanzó los votos suficientes para representar al país, y lo que se busca es deslegitimarlo, debilitando a la institución presidencial y por lo tanto mellando como se ha venido haciendo el principio de autoridad.
La presunción es la consideración o aceptación de una cosa como verdadera o real a partir de ciertas señales o indicios, sin tener certeza completa de ello. Se presume fraude, pero no hay como probarlo y si no hay pruebas no hay fraude, las reglas de juego establecidas antes de la contienda han sido aceptadas por todos los que participamos en el proceso electoral, y debemos ya voltear la página y pensar que el país nos necesita a todos, que debemos aceptar los resultados aunque estos no sean de nuestro agrado o conveniencia, los resultados tan ajustados requieren de diálogo y entendimiento entre posiciones encontradas, hoy tenemos a la ultra izquierda y la ultra derecha tratando de imponer sus reglas a un país que quiere un cambio, cansado de lo mismo, frustrado y sin liderazgo.
El bicentenario está cerca, la oportunidad histórica de la izquierda democrática peruana debe ser aprovechada teniendo como los mejores ejemplos a Chile y Uruguay, el mensaje es de concertación y tolerancia antes que división y polarización.
La representación de San Martín en el próximo congreso tiene también de histórico, mayoritariamente femenina y lo más auspicioso, que dos de ellas son maestras, ojalá tengamos la oportunidad deponer atención a lo importante antes que a lo urgente, la población clama por salud y educación públicas de calidad, no es cuestión solo de un derecho humano, se trata de nuestra competitividad como región y como nación, sólo con educación podremos sobrellevar nuestras diferencias y evitar en el futuro situaciones de intolerancia en una absurda polarización que no conduce a nada.