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sábado, abril 20, 2024

Hoy como ayer y como siempre

A una semana de las elecciones presidenciales nuestro país ha seguido desnudando sus miserias. Como país hemos vuelto a “reencontrarnos”, y este este evento electoral ha terminado dejando muertos, heridos y contusos. Tal vez las cosas cambien, cuando, por arte de un milagro, nuestros pensamientos y criterios revolucionen y se transformen en cordura y en amor por los otros. Las elecciones del domingo seis de junio no han sido más que el desenmascaramiento de ese espíritu de falsa calidez humana que decíamos tener y salió del closet en estas elecciones. Hemos perdido mucho; pero, quizá, hemos ganado bastante, porque nos mostramos cómo realmente somos y esto podría hacer posible una reingeniería de nosotros mismos y comenzar a construir otro país.

He leído en las redes sociales, a personalidades, que entran en la clase de intelectuales y modelos de ciudadanos, llamando “imbéciles” a quienes votarían por cierto candidato; individuos respetables que van a misa todos los domingos y se persignan con devoción ante la imagen de la virgen María compartiendo mentiras e infamias, insultando y faltando el respeto a la gente y metiendo miedo a los incautos. Todo esto nos hace pensar que algo anda mal en el país; que el Estado no ha sabido inculcar valores y que, de repente, desde la familia estamos en un proceso de “descontrucción” del país.

En el momento en que escribo estas líneas –sin tener aún los resultados oficiales–, la gran mayoría del país tiene el panorama claro. Y cada uno es libre de asumir su propia opinión, pero la Verdad es una sola: nunca hay dos verdades, como tampoco existen dos alternativas y dos prioridades, y lo digo para darle cierto matiz académico a esta columna, con perdón de los gramáticos e intelectuales. De lo único que puedo afirmar es que alguien ha perdido y se ha aferrado desesperadamente a revertir cualquier situación negativa porque las derrotas duelen. Humano es, porque no somos perfectos y más cuando no tenemos valores, querer ganar a toda costa.

Todos suelen decir que una sociedad culta y educada no es fácil de engañar. Creo que esta afirmación es falsa, porque hemos visto a gente con cultura, a grandes profesionales y que alguna vez gozaron de prestigio y a muchos intelectuales de renombre en una cadena de desinformaciones y mentiras. No pues, no basta con la educación para crear valores, porque algo falta y no sé qué es lo que estaría fallando. ¿Acaso no han aparecido en las redes sociales muchísima gente que dictan talleres de valores humanos, de ética y moral, en estas sandeces de meternos miedo y faltar el respeto a la ciudadanía, con toda la infamia que se les chorreó en este proceso electoral que, a pesar de todo, no ha terminado?

Lo que dejó este proceso electoral es que, hoy como ayer, y como siempre, nuestro destino estaría predestinado para no tener la capacidad y la voluntad para subir al tren que nos lleve al auténtico cambio; o sea, hacia la felicidad, a pesar que Dios y la Naturaleza nos dieron todas las riquezas. Y, como siempre, quienes gobernaron el Perú jamás tuvieron interés en el bienestar de la gente. Primero les importó los bolsillos de la gente “decente”; los ociosos que esperen. [Comunicando Bosque y Cultura].

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