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jueves, marzo 28, 2024

MÁS QUE NUNCA CALMA – MADUREZ – RESPETO

“Es un final incómodo, nunca antes un proceso electoral ha polarizado a la población y buena parte de esa confrontación se genera desde la prensa nacional tomó la pésima decisión de hipotecar su credibilidad en esta campaña”.

No hablamos las mismas lenguas, no vivimos en espacios geográficos parecidos, no enfrentamos los mismos climas, no bailamos las mismas danzas. Son más de 40 idiomas que conviven en un mismo territorio que nunca han sido considerados un regalo que da cuenta de la riqueza de una nación para expresarse de modos originales; han sido tratados como un obstáculo, en un claro signo de subdesarrollo.

Somos un país multiétnico y pluricultural, a diversidad que nos define ha funcionado tradicionalmente como una fuente de discriminación, del indio, el blanquito, de la yuca el mote y hasta el camote

La variedad nos gusta solo para mostrarla como “cliché” ò en un catálogo de Marca Perú, pero en la realidad se mira al otro, a ese distinto que no habla, baila o viste como uno, con sospecha y con temor.

La Pandemia nos golpea y la política nos separa, no podemos tener una venda en los ojos, tampoco podemos callar. Estamos divididos y hay que reconocer, divididos por poderosos intereses, intereses ajenos al bien común, ajenos a las necesidades de tu familia, y lo siguen haciendo de una forma grotesca y vulgarmente peligrosa.

Los dos grupos en competencia, albergan un manto de incertidumbre y horizonte gris; sin embargo, las visiones de país que cada opción ofrece dan cuenta que no todos entendemos por “el Perú”, lo mismo. Donde unos ven posibilidades, otros ven desastre, donde unos encuentran estabilidad, los otros perciben continuidad de un sistema que los excluye.

Y, sin embargo, cuando se declare un ganador, todos seguiremos viviendo aquí y seremos gobernados por el/la que eligió la mayoría.

Claro que necesitamos un Estado que incluya y que haga sentir a todos ciudadanos con dignidad y respeto; pero también necesitamos, nosotros, cada uno, evaluar en qué hemos contribuido para perpetuar esta brecha. Qué nos está echando en la cara este final electoral que resulta incómodo, pero al mismo tiempo, más elocuente que nunca.

Si no sale tu candidato/a y estás evaluando irte del país, no votaste por el Perú; si no sale tu opción y ya estás preparando protestas y presiones para derrocar al ganador / ganadora, entonces te estarás negando a encontrar eso que te define como peruano y les estarás enseñando a tus hijos que solo vale la pena sentirse parte de una nación cuando las cosas salen a tu manera.

Si la razón no nos ofrece respuestas, tal vez la poesía tenga la última palabra:

“No es este tu país porque conozcas sus linderos, ni por el idioma común, ni por los nombres de los muertos. Es este tu país, porque si tuvieras que hacerlo, lo elegirías de nuevo, para construir aquí, todos tus sueños”. (Marco Martos, “El Perú”).

Más allá de quién sea declarado ganador o ganadora

Lo cierto es que se va a tratar de un gobernante con una legitimidad muy baja. Surgido de una primera vuelta históricamente displicente y de una segunda con un componente de anti voto aún más determinante de lo que estamos acostumbrados.

En un país sin partidos políticos, con organizaciones sociales debilitadas y con un sistema de justicia que vive en crisis casi permanente, -con cuatro presidentes en cinco años y una pandemia que azota- los contrapesos institucionales son débiles y un sistema caótico.

Es por ello que el rol de los medios de comunicación es particularmente relevante. En democracias como la nuestra, una prensa independiente es el principal aliado de la ciudadanía para controlar al poder, en épocas de ‘fake news’ y redes sociales, los medios grandes y serios, con periodistas de reputación intachable, que investigan con rigurosidad, son una isla de verdad en un mar de mentiras.

Desafortunadamente, buena parte de la prensa nacional tomó la pésima decisión de hipotecar su credibilidad, de sesgar su cobertura, de esconder, de elegir qué cosas merecía conocer la ciudadanía y qué no, de exagerar o, sencillamente, de mentir abiertamente. El daño que le han hecho a su reputación es enorme y recuperarla va a ser un camino escarpado que va a tomar tiempo y esfuerzo. Sin embargo, es indispensable que logren volver a ser espacios en los que la ciudadanía pueda confiar.

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