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sábado, abril 20, 2024

Democracia de los de arriba y los de abajo

Profesor: Gilder Rengifo Paredes 

Nunca la democracia en el Perú ha sido tan precaria y achorada como hoy. En boca de los “políticos” conservadores ésta se ha percudido tanto hasta perder su lustre como promesa de convivencia social en un estado de derecho. Y bajo esta mascarada “democrática” los grupos dominante han construido el subdesarrollo y todas las desgracias del país. Las mismas que ahora, con esta pandemia, han sido puestas al descubierto, al colapsar las redes hospitalarias, el sistemaeducativo y los servicios básicos. Los que hoy saltan a la vista como detonantes de las actuales confrontaciones políticas y sociales. 

No se trata ya de una simple coyuntura política-electoral; estas confrontaciones significan el crack de una vieja estructura económica y política, apolillada e incapaz de seguir soportando el peso de la urgente necesidad de cambios. Cosa que la derecha, conservadora y rapaz, no quiere entender; por el contrario, atrapada en sus propias truculencias, lanza sus gruñidos y zarpazos de fiera asustada, ante  el sorpresivo despertar del Perú profundo y marginal. El mismo que, personificado en Pedro Castillo Terrones, les dice: ¡Basta ya de tanto abuso, de tanto entreguismo y de tanta corrupción! A resultas de los cuales los peruanos sentimos vivir dos realidades o dos democracias: la democracia de los de arriba y la democracia de los de abajo. 

La democracia de los de arriba, que es la democracia de los dueños del Perú; de aquellos que gozan de igualdad a la impunidad para saquear las riquezas, para robar los fondos del Estado, evadiendo y eludiendo impuestos con ayuda de la SUNAT. Es la democracia de los clubes de la construcción que se han cargado miles de millones de soles solo en el último año, de banqueros como Dionicio Romero, que llenan sus bóvedas con el dinero de los aportantes de las AFPs, y de los agroexportadores, con leyes propias para conculcar el derecho de los trabajadores. Se trata, en fin, de la democracia de la mafia y de la corrupción institucionalizada, que han hecho del Perú su chiquero, en cuyos hedores, como ambiente natural, traman sus fechorías en contra del país. 

Bajo la sombra de esta falaz democracia los “demócratas” de arriba han construido el subdesarrollo y todos los flagelos que nos agobian, y han creado, consecuentemente, el caldo de cultivo del terrorismo de Sendero Luminoso; cuyo fantasma hoy lo utilizan, con absoluto cinismo, para asustar y torcer la voluntad política de la gente, con todo el poder de la prensa servil, de los canales de TV. para perpetuar la corrupción y hacer del Estado su gran botín. 

La democracia de los de abajo, en cambio, es la democracia de los desposeídos y despojados, de los hombres y mujeres invisibles del Perú profundo y marginal; de los que se mechan en las colas por un espacio en los buses y por encontrar cupos de atención en los hospitales. Es la democracia de los millones de ambulantes y desocupados que buscan trabajo honrado, condenados a un futuro incierto. En fin, es la democracia de los hombres, mujeres y niños del campo y de los cerros que sufren, democráticamente, la falta de agua potable y de luz eléctrica; de los Bryan y los Inti Sotelo que se exponen a morir en los caminos y en las calles, defendiendo sus tierras y sus aguas contra la contaminación por las mineras, y por sus derechos a la vida y a la felicidad. 

Así de fraccionado está el Perú, entre los de arriba, que financian la campaña de Keiko para continuar con la dinastía de la corrupción, y los de abajo, que están con Pedro Castillo, apostando por el cambio. 

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