Tal parece que a muchos no les importa su vida o lo que queda de ella, pues la diversión prima más que cualquier otra cosa. “Yo no me voy a contagiar, soy inmune, no pasa nada”, este tipo de comentarios estoy segura que más de uno ha escuchado de boca de algún familiar, amigo o conocido.
Las salidas a reuniones con amigos y familiares en donde se aglomeran varias personas es su mejor pasatiempo. Odian colocarse la mascarilla más de 10 minutos y el coqueteo a este virus es lo que mejor saben hacer.
Hace unos días un familiar salió positivo al Covid, seguro podrán imaginarse que se trata de una persona con las características de Covidiota (término de la RAE para quienes no acatan las medidas), pues sí, ésta persona era el foco infeccioso o el puente de contagio viéndolo desde cualquier ángulo.
Para ella las salidas con amigas era una rutina constante, una cervecita por aquí y otra por allá. Paseos a recrearos turísticos. La ausencia de uso constante de mascarilla y el compartir cigarro con otras personas, hicieron que ahora forme parte de pacientes con riesgo a tener complicaciones y morir a causa de este virus.
Yo sabía que esto pasaría en algún momento y todos en casa nos escondíamos para evitar tener contacto con esta persona, ahora que la cosa se puso seria, ella entiende que ésta pandemia no es una broma, es una realidad que mata.
Así como este familiar inconsciente, hay muchas personas que creen que nunca les pasará nada y solo cuando sienten la cosa grave, empiezan a temer a la muerte, a pedir ayuda y rezar a todos los santos.
Estamos por terminar la segunda ola del Covid y es momento de tomar conciencia del peligro que corremos. No solo es evitar aglomeraciones en la calle, sino saber que la persona que no vive contigo y entra en tu casa podría ser la que lleve el virus.
¿Cuánto vale tu vida? No hay dinero que te de salud y que te regale una nueva vida. Mientras tengas la tuya intacta, cuídala y de paso si no fuera molestia cuida la vida del resto.