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jueves, abril 25, 2024

Aulas vacías: el desolador impacto de la pandemia y la educación en el país.

En casa, una vivienda de madera sin agua, ni desagüe, y con una conexión clandestina de luz, no hay computadoras, ni laptops, ni tablets. Solo un viejo televisor, donde a veces se puede ver el programa educativo “Aprendo en casa”

A sus ocho años, Esteban Quispe -ojos rasgados, bajito y pelo lacio- canta el abecedario como un trabalenguas bien aprendido. “A-be-ce-de-efe-ge-hache-i-jota-ka”, dice sin soltar la respiración y continúa con las demás letras hasta concluir con “te-u-vechica-vedoble-equis-igriega-zeta”. “Es facilito”, se ufana porque ha acabado en menos de diez segundos.

El problema. acepta el mayor de dos hermanos, estudiante de tercer grado de primaria- es juntar esas vocales y consonantes en palabras. Escribirlas y, peor aún, leerlas. Esteban, como millones de niños en Perú y el mundo, ha pasado todo el último año, desde que comenzó la pandemia, llevando clases virtuales.

«Recién estoy aprendiendo a acomodar las letras, es muy difícil…No sé qué me pasa, pero no puedo».

Un estudiante de su edad ya debería escribir, leer y comprender sin problemas. Esta etapa del aprendizaje es sumamente importante. Santiago Cueto, investigador principal de Grade y PhD en Psicología Educacional, lo explica con una metáfora. “Es como construir un edificio, los primeros años de la primaria son los cimientos nos dice. Si estos no son buenos, después será difícil construir algo sólido encima de ellos”.

Lorenza nos dice “En el último año, durante la pandemia, su rendimiento ha empeorado por las clases a distancia debido a la pandemia. En casa, una vivienda de madera sin agua, ni desagüe, y con una conexión clandestina de luz, no hay computadoras, ni laptops, ni tablets. Solo un viejo televisor, donde a veces se puede ver el programa educativo “Aprendo en casa” Lorenza solo gana algunos soles como ayudante del comedor popular y su marido es un mototaxista.

La Contraloría General de la República, entre agosto de 2020 y enero de 2021, realizó una supervisión a la estrategia “Aprendo en Casa” del Ministerio de Educación (Minedu) y encontró que más de la tercera parte de los alumnos de secundaria de colegios públicos de 17 regiones no habían logrado obtener la nota mínima satisfactoria.

La institución concluyó que el 43% de los alumnos de secundaria fueron aprobados y el 32% no logró obtener la nota mínima satisfactoria.

La Defensoría del Pueblo maneja otros datos más recientes. “Cuando el Minedu anunció que el primer mes de clases sería a distancia la Defensoría empezó una supervisión a 116 Unidades de Gestión Educativa Local en todo Perú. Advertimos, que los materiales educativos se estaban repartiendo con retraso en algunos lugares y en otros el personal docente todavía no había sido asignado por completo”.

Jaime Saavedra, director global de Educación del Banco Mundial y exministro de Educación de Perú, piensa en los planes de contingencia. “Si no se puede abrir un colegio la pregunta es ¿en cuántas semanas más? Lo que no podemos decir es ‘alguna vez’”, sostiene. “Tiene que haber un sentido de urgencia para repotenciar la educación a distancia”.

Hace unos días, el 12 de abril, la Asamblea Nacional de Regiones expresó su rechazo a volver a las clases presenciales. Las condiciones sanitarias y de bioseguridad en los servicios educativos, afirmaban, todavía no son las propicias. Para los gobiernos regionales la segunda ola de la Covid-19 tampoco es una buena señal para apoyar el encuentro en las aulas.

La pandemia ha afectado a todos los escolares, pero no todos cuentan con recursos para afrontarla de la misma manera. “El derecho a la educación ha sido severamente impactado durante el año 2020 por la poca cobertura de servicios públicos que hay en esas zonas: electricidad, conectividad, equipos tecnológicos”.

Estudiando en la oscuridad: Ghost: la sombra del amor”, es una estudiante de jardín en penumbras.

Molly Manihuay, una niña de cinco años, risueña y de trenzas bien peinadas, estudia los primeros años de la escuela en la oscuridad. Suena a metáfora, pero es más bien una negligencia. En la ciudad donde vive, Nauta, en Loreto, la región más grande de la Amazonía del Perú, los cortes de luz eléctrica y los cobros excesivos son frecuentes desde hace años. La empresa Electro Oriente, tiene problemas técnicos. Por eso Molly, que le debe su nombre al personaje de Demi Moore en “Ghost: la sombra del amor”, es una estudiante de jardín en penumbras.

Ni mi celular podía usar -cuenta Gregoria Torres, mamá de Molly, acerca de las más de tres semanas en las que su familia estuvo sin energía eléctrica-. Como mi prima trabaja en un grifo que tiene generador, le pedía a ella que me lo cargue, pero de nada le servía a mi Molly y mis otros hijos porque sin energía eléctrica no tenemos Internet.

Molly, su hermana y sus dos hermanos estudiaban lecciones pasadas alumbrados por una lámpara. Así estuvieron hasta que la población salió a las calles a protestar.

El año pasado, entre noviembre y diciembre, la Defensoría realizó una supervisión a 164 Unidades de Gestión de Educación Local (UGEL). Así encontró, por ejemplo, que más de 373 mil estudiantes de instituciones educativas públicas no accedieron a la estrategia educativa “Aprendo en casa” (programa de televisión, de radio y plataforma virtual). Loreto, donde viven Molly y su familia, fue la región en donde hallaron un mayor número de estudiantes sin acceso (79.786).

Siguieron Ucayali (53.292), San Martín (31.092), Cajamarca (21.185) y La Libertad (17.401). -Con nosotros hacen lo que quieren -dice Gregoria Torres- Ya sabemos, siempre hemos sabido, que saldremos adelante solos y con lo poco que tenemos. Fuentes: MINEDU, Defensoría del Pueblo. Ojopúblico

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