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viernes, abril 26, 2024

Los peruanos entre dos fuegos

Por Willian Gallegos Arévalo

Parodiando a Doug Larson, en el Perú se podría decir que todos los militantes políticos tienen sus propios delincuentes. Y los adoran, los idolatran, se pelean por ellos y se compran sus propias panoplias para salir al frente y entrar en batalla. Una forma de pelear estas batallas en la era moderna es mentir, difundir medias verdades y meterle miedo a la gente. Es cuando se cae la careta y las gentes se muestran en sus verdaderas cataduras. Acaban de demostrarlo Mario Vargas Llosa y Pedro Cateriano. Toda la imagen de decencia, honor y casi virtudes que nos vendieron lo mandan al diablo y comienzan a vendernos mensajes apocalípticos. Y lo hacen porque la gran mayoría de peruanos es manipulable,  miedoso y susceptible. Ya no les importa el honor, sino los supuestos valores que dizque tienen que defender. Asumen el papel del caballero andante que sale a campo traviesa para defender el honor y la libertad.

Hace muchísimos años, el 10 de mayo del 2003, escribí el artículo “La sociedad del miedo”, que se publicó en el diario AHORA, de Tarapoto. Me permito transcribir el siguiente texto: “La sociedad peruana es una sociedad atemorizada. En nuestro país cunde el temor en todos los estamentos, en todas las instituciones. Todos se cuidan de algo. Todos meten el miedo en la gente, Casi todos ocultan algo. El miedo cunde cuando no se tiene la conciencia tranquila”. Ahora, en pleno siglo XXI se han propuesto nuevamente aterrorizarnos. Recordemos el panorama de horror como pintaron el probable gobierno de Mario Vargas Llosa en los años noventa. Ayer se la hicieron al conocido y laureado escritor; hoy él es parte del juego.

De nada valieron las luchas de inicio del presente siglo, para terminar volviendo a lo mismo. El peruano, sea culto e instruido, no se ha podido despercudir del prejuicio. Aunque no lo dice de manera abierta, sigue siendo ese individuo que porque tiene un poco de dinero o solvencia económica asciende en el escenario social y adopta los criterios de quienes supone son parte de su nuevo grupo. Y es risible cuando constatamos esta situación en la vida diaria. En un artículo perdido de Luis Alberto Sánchez, que leí en mi adolescencia, el escritor aborda ligeramente este tema. Y en otro artículo perdido de César Vallejo, el poeta divino describe el comportamiento de un peruano en París, en una reunión de amigos latinoamericanos. Especule usted el desenlace del texto.

Hoy, en pleno siglo XXI cuando se supone que hemos desterrado de nuestras concepciones el miedo cerval al cambio, como producto de la manipulación nos encontramos con una sociedad más polarizada, más enfrentada, con más odios que tolerancia. Al humilde emprendedor le han convertido en un empresario exitoso y quien proteste por mejores condiciones de vida, mejores servicios y se oponga a cualquier mafia política termina siendo un resentido, un ocioso, un vengativo, un sujeto que es pobre porque no tiene coraje, no tiene iniciativa y solo tiene como objetivo quitarle sus riquezas al otro. Y encima, nos venden la supuesta pérdida de la libertad. Elecciones 2021: entre un humilde maestro provinciano, probablemente desubicado, y una dama de la alta sociedad. ¿Elecciones de clase? Pareciera. ¡Tremenda prueba de fuego! (Comunicando Bosque y Cultura).

 

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