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viernes, abril 26, 2024

Otro feminicidio estremece Tarapoto y arranca la vida de madre y de una inocente niña

Mas allá de la triste crónica policial y el morbo en las redes sociales ¿Qué estamos haciendo como sociedad? ¿Qué está haciendo el Estado con mirada al futuro?

Las deficiencias del Estado impactan en un sistema especialmente agresivo para niñas y mujeres.

En los últimos años, el Estado peruano reguló nuevas fórmulas normativas con la consigna de reducir los casos de todos los tipos de violencia que afectan a las mujeres y a las niñas; desde la violencia psicológica hasta los feminicidios. En noviembre de 2015, el gobierno de Humala promulgó la » Ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y los integrantes del grupo familiar»

La norma creó una “Comisión Multisectorial de Alto Nivel”, conformada por nueve ministerios, el Poder Judicial, la Defensoría del Pueblo y el Ministerio Público. Sin embargo, la cooperación institucional que se esperaba no se ha cumplido. “Esa Comisión no ha sido operativa. Se supone que se tiene que reunir por lo menos dos veces al año de forma ordinaria y convocar a las y los representantes de los sectores comprometidos, pero eso no ocurre”,

En mayo de 2018, el Congreso de la República había incrementado la pena mínima para el delito de feminicidio, fijándola en 20 años de prisión efectiva, cuando antes era de 15. Y, tres meses después, el Ejecutivo emitió un decreto con rango de ley para eliminar beneficios procesales -como la reducción de condena por confesión sincera- a feminicidas y violadores.

“La respuesta estatal ha sido limitada y bastante cortoplacista. Existen centros de atención que administra el Ministerio de la Mujer, se aumentaron las penas a los delitos, pero hay otro problema y es que no tenemos un sistema penitenciario preparado para resocializar y reeducar a las personas”. Entonces, ¿qué estamos haciendo o qué está haciendo el Estado, además de encarcelar gente, para prevenir la violencia de género en su conjunto?

Especialistas como Hugo Ñopo Aguilar, investigador principal del Grupo de Análisis para el Desarrollo explican que la violencia de género es consecuencia de factores culturales y estructurales sociales, mas no de psicopatologías.

“Esto no es un problema de salud mental. El violador, el agresor de mujeres, no es un ‘enfermo’. Es un hombre que se desenvuelve en una sociedad con cultura machista, que le ha dado privilegios que lo hacen sentir en capacidad y derecho de ‘poseer’ a las mujeres. La violencia de género tiene en su base las diferencias de poder que la propia cultura establece y que coloca a las mujeres en desventaja y en estado de vulnerabilidad sobre sus cuerpos”, dijo

“Sostener que hay trastornos mentales detrás de estos actos genera un mito que sigue haciendo que, como sociedad, no nos hagamos responsables de las dimensiones y consecuencias que tiene la violencia de género.

Aquí la situación es que nuestras sociedades y familias están construidas en códigos rígidos de masculinidad y feminidad. Para la masculinidad, por ejemplo, está incorporada una expectativa de que el hombre tiene que ser fuerte y violento en muchos sentidos. Y es la sociedad quien no solamente permite esta violencia, sino quien también la termina por normalizar, fortalecer y hasta alentar”, señaló

El agresor puede estar en casa: más de la mitad de abusos esposas y niñas son cometidos por miembros de su familia

De las estadísticas de 2019 del Ministerio de la Mujer peruano, también se desprende otro dato fuerte: de los 12.364 casos de violencia sexual en menores de edad (siendo 1.042 correspondientes a niños varones y 11.322 a niñas), el 51 % tuvo como principal agresor a un familiar o persona cercana de la propia víctima.

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