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martes, abril 23, 2024

Las elecciones de ayer domingo

Por Willian Gallegos Arévalo

Las elecciones de ayer once de abril del 2021 fueron la expresión de la sensatez y ecuanimidad lidiando contra los desinformados. Cuando hay pasiones descontroladas, el verdadero temperamento de la gente sale a flor de piel. Y las redes sociales son la mejor vitrina para enterarnos de cómo la gente entiende un proceso político y casi siempre termina desenmascarando a esa persona que se nos presentaba como ecuánime, sensata, empoderada con la verdad y por la justicia. Como se diría casi coloquialmente: “¡Mira, fulano tenía su ´guardadito´!

En política casi siempre terminamos equivocándonos. Toledo, Humala, Kuczynski y Vizcarra terminaron defraudándonos. Sagasti resulta aún mucho floro, mucha flauta. Nadie se ha interesado realmente en modernizar el Estado y a ponerlo al servicio de la ciudadanía. Los sueldos en la administración pública siguen tan bajos que desde los noventa vienen percibiendo el mismo monto, y casi todos parecieran no darse cuenta, así como las pensiones son tan miserables que resultan ser de supervivencia. Y muchos de los ciudadanos que se encuentran en estas situaciones optan políticamente por los que no quieren cambiar el estado de las cosas.

El proceso político peruano es el escenario permanente del fanatismo vulgar y desenfrenado, la desinformación, las verdades a medias, la manipulación permanente y las mentiras abiertas y dichas con el mayor descaro y sin vergüenza. Y el periodismo deshonesto participa mucho en ello. Pero lo que sí me parece doloroso es que personas a las que consideramos cultas, instruidas, profundamente religiosas y ´excelentes´ personas, participan activamente en estas torvas campañas.

Nadie quiere en el Perú un trastrocamiento irracional de un proceso que lleve al cambio. Necesitamos un Estado fuerte que sepa hacerse respetar, que piense en la ciudadanía, y que no sea avasallada por los grupos poderosos. Esto significa mayor inversión en el gasto social, en mejorar las inversiones, la conservación del medio ambiente, proteger nuestras cuencas, mejorar la situación tributaria y que los poderes para sus decisiones fácticas se den en el sentido de ver los intereses del país. Que los tribunales decidan y resuelvan en favor del país y no de los privilegiados de siempre.

Las cosas siguen mal en el país, porque nos hemos acostumbrado a creer aquella frase que dice que “la voz del pueblo es la voz de Dios”. Baltasar Gracián nos dice en su monumental obra ´El Criticón´, que esa frase no es más que una forma en que se recurre a ella cuando ese pueblo que ´se´ manifiesta ha sido engañado y manipulado. Por eso, en la política peruana actual, los electores votan por quienes están en contra de sus verdaderos intereses y demonizan a quienes se identifican con sus necesidades.

Desde hoy lunes estamos en un compás de espera. Alguien ya dijo alguna vez que el Perú es un Estado fallido, sin pocas esperanzas. Pero no nos olvidemos: los devotos de Satanás se camuflan y por ahí están invocando al Cristo y distribuyendo estampitas de la virgen María. (Comunicando Bosque y Cultura).

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