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jueves, marzo 28, 2024

Ultraderecha en busca del poder perdido.

Una derecha inteligente, no fachos, mercas y alucinados.

Por: Augusto Álvarez Rodrich Rafael López

Aliaga es el último eslabón no tan perdido de una extrena derecha, en busca de su poder perdido en el Perú, pero yendo de fracaso en fracaso.

Con etiquetas que han ido cambiando, pero con los mismos impulsadores, tratan de establecer un enfoque político, económico, social y religioso ultraconservador y excluyente de otras visiones, pues creen con buena intención seguro, pero erradamente que es lo que más conviene a los peruanos.

Con un apogeo temporal durante el segundo gobierno de Alan García, esta DBA cree que el Perú está mal porque su visión ha perdido peso en tres espacios cruciales, que es donde concentran su acción contra lo que llaman de manera general ‘caviares’, y que no es otra cosa que todo lo que no les lleve el amén, además de promover ideas democráticas, defensa de los derechos humanos, y de libertades individuales en asuntos que los atormentan como género o sexo, entre otros aspectos.

El primer espacio es en los medios de comunicación, que es clave para sus aspiraciones, y donde, por momentos, logran recuperar influencia.

El segundo es la educación, para lo cual lanzan paparruchadas como la guerra a la ‘ideología de género’ (sic), ‘con mis hijos no te metas’, además de querer capturar la PUCP y el Minedu.

El tercero es en la iglesia, donde quisieron controlar la conferencia episcopal peruana, pero fracasando cada vez que se quiso meter Juan Luis Ciprani, un gran animador de la DBA peruana.

Hoy tienen de ariete a López Aliaga, con la participación de gente de distinta procedencia, como la Coordinadora Republicana; un sector de la iglesia católica que usa el púlpito religioso como tribuna política, como un curita español en Moyobamba o el que tiene un programa en RPP los domingos; exjueces montesinistas; marinos fachos en retiro; Erasmo Wong con su canal; evangélicos con billetera gorda por la ingenuidad de la gente; o Jorge del Castillo en el Apra, que quisiera consagrar al Perú a la advocación del Sagrado Corazón de Jesús.

Volverán a fracasar, mientras el país sigue esperando una derecha moderna, inteligente y decente, y no esta banda de fascistas, mercas y alucinados camuflados de chanchos renovadores en modo cruzada religiosa

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