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miércoles, abril 24, 2024

“Entre la fe divina y el reto a la muerte”

Es una frase dura pero real para explicar el comportamiento social ante el azote de la pandemia en la región, hoy con absoluta vigencia y en momentos de tantas interrogantes sobre los caminos confiables a recorrer para asegurar nuestra supervivencia.

Hay quienes dicen: Siempre fue así, nunca fue fácil. Por eso hay hechos que marcan la búsqueda de un camino con valor y dignidad de la vida en comunidad.

Cuando miramos los rostros de angustia y desesperación, de temor indescriptible frente al mal invisible, ese virus asesino, esa COVID indeseable, que somete a sufrimiento y dolor a nuestros prójimos, amigos y familiares, los periodistas nos sentimos impotentes, invadidos por la tristeza y el dolor, pero sabemos que tenemos que seguir.

Pero a ese dolor se suma también la rabia, la indignación al ver la insensibilidad de quienes tenían que asumir responsabilidades desde sus cargos públicos o negocios privados, más aún cuando nos enterábamos de claros casos de corrupción o mezquinos actos de angurria.

Y tal vez, doblemente confundidos cuando desde el pulpito de una Iglesia, un sacerdote lanza arengas en vez de una predica reflexiva y equilibrada ante la desolación que vive nuestra región, cuando se confunde a la feligresía entre un acto de amor por la vida con un reto a la muerte que al parecer obedecen a consignas y otro trasfondo.

Pensamos que Santa Inquisición, fue una institución dedicada a la condena y castigo de la herejía, vinculada con la Iglesia católica, era cosa del pasado; hoy en medio de la tragedia desde Moyobamba, un sacerdote Toledano mete miedo con su prédica. “Ave Maria los Toledanos” fue la crónica que un periodista de Moyobamba escribió y cuánta razón tenía, es que al pasar el tiempo la ve.

Al celebrar la Semana Santa con cuidado, responsabilidad y respeto por la vida sea el verdadero acto de fe de nuestro pueblo, porque la fe de nuestro pueblo tiene raíces en una Iglesia humilde, reflexiva y tolerante.

Pero no nos vamos a detener en la desolación, desde VOCES queremos sumar y resaltar los hechos virtuosos, como la abnegada misión de nuestros médicos, de nuestras enfermeras, de los trabajadores de la salud, policías, militares que nos devolvieron tantas vidas.

Las palmas también se las lleva nuestra gente, su actitud solidaria, esa suma de esfuerzos para darnos oxígeno, esa medicina escasa que debía ser preocupación de nuestros gobernantes de turno pero que no fueron capaces de suministrarnos y simplemente mentían para evadir su responsabilidad y se regresaban a Lima a decir a sus medios favoritos que todo andaba bien.

Por ello es bueno reflexionar y así como aplaudimos la solidaridad de nuestra gente, también tenemos que decirle que no borren con el codo de la indiferencia e irresponsabilidad lo que hicieron con la mano dadivosa y llena de bondad. Cuidémonos y cuidemos a los que amamos. Seguimos en pandemia, hay rebrote del mal, el virus sigue aquí, nos amenaza, no lo desafiemos por un rato de diversión.

De nosotros dependerá disfrutar de lo que nos queda con humildad y el respeto a la vida, así sea.

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