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jueves, abril 25, 2024

Un nuevo hombre para la nueva mujer

Por: Oswaldo Díaz Chávez

Los datos oficiales indican que 16 niñas, adolescentes o mujeres adultas fueron reportadas cada día como desaparecidas durante febrero, que se perpetraron 16 feminicidios en enero y en el mismo mes fueron atendidos casi 14 mil casos de violencia familiar y sexual por los Centros de Emergencia Mujer (CEM).

El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer en un contexto en el que todavía la mujer es acosada, reprimida, violentada de manera física, emocional y sexual, discriminada política, social y laboralmente, desprotegida en lo que respecta a justicia, educación, cultura, entre otras situaciones de infravaloración.

Desde la primera ola del feminismo acontecida en el siglo XVIII, cuando se exigió que los derechos civiles por los que lucharon varones y mujeres no solo beneficien al género masculino, se ha logrado algunos avances como el sufragio femenino, los derechos reproductivos, la independencia económica, el poder denunciar las agresiones físicas y sexuales; sin embargo, todavía hay diferencias sustanciales en perjuicio de las mujeres.

Actualmente, cada día son asesinadas en el mundo 137 mujeres por miembros de su familia. Ante esta situación, el Papa Francisco dijo en febrero que “los diferentes tipos de violencia contra la mujer son una degradación para toda la humanidad […] Las víctimas que se atreven a romper su silencio son un grito de socorro que no podemos ignorar”.

Tampoco debemos tolerar frases o actitudes que desde la masculinidad hegemónica presentan modelos verticales que posiciona sexual, afectiva y socialmente al varón por encima de la mujer y le impone maneras de vestirse o formas de comportarse y actuar en sociedad. Claros ejemplos son la frase del cardenal Cipriani cuando en 2016 señaló, ante los casos de violación a menores de edad, que ellas “se ponen como en un escaparate provocando” y la del abogado de uno de los acusados de una violación grupal en octubre del año pasado que se refirió a la víctima diciendo que “le gusta la vida social”.

En los últimos años el movimiento #NiUnaMenos ha logrado visibilizar los casos de violencia y los feminicidios en el país, abrir canales seguros para denuncias, promover la conciencia ciudadana y que las autoridades asuman un rol activo ante el problema. Sin embargo, mientras los varones no entandamos que el Patriarcado, esa forma de organización social que se basa en una relación de preeminencia y poder del varón sobre la mujer, debe ser modificado y con ello los patrones de conducta el trabajo será insuficiente.

El historiador francés Ivan Jablonka sostiene que “está bien que los hombres sean amables, pero lo más importante es que sean justos” y propone nuevas formas de ser y actuar del varón. Estas se hacen concretas cuando evitamos las formas sutiles del humor y la publicidad sexista, la humillación, el chantaje emocional, el lenguaje sexista, el control de la mujer y los micromachismos como considerar el color rosado solo para mujeres, la utilización de frases como “lloras como una niña”, “los hombres son más fuertes” o “las mujeres son más tiernas, suaves y afectivas” que deben ser erradicadas.

Por ello, la lucha por la igualdad de derechos no solo debe abarcar la eliminación de la violencia contra la mujer y la búsqueda de nuevas oportunidades sino incluir las nuevas formas de ser varón, nuestros nuevos comportamientos. Desde la literatura, en la obra teatral Casa de muñecas de Ibsen, se nos enseñó de manera contundente: cuando el esposo le dice “antes que nada, eres esposa y madre”, Nora le responde, firme y tajante, “ante todo soy un ser humano”.

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