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jueves, abril 25, 2024

Tenemos que estar locos para hacer todo lo que sucede en el Perú

Por: Marcial de la Cruz Esparza

Caminamos como almas en pena buscando explicación a tanta irresponsabilidad e improvisación. Esta semana volveremos a intentar sobrevivir en medio de la profunda crisis sanitaria, económica y política, la que requiere hablar con la verdad. La doble moral nos está destruyendo, somos despreciables personas que esconden sus verdaderas intenciones, la que aparece cuando la oportunidad se presenta. Algo de eso pasa con él presidente Sagasti, que cumplió 100 días en palacio sin pena ni gloria en medio de un cuadro de frivolidad. No llamen a la policía ni al juez ni al sociólogo, que pase el médico en salud metal.

Se entiende mejor cómo en medio de la guerra sanitaria hubo un negociado secreto con las vacunas experimentales que solo beneficio a una cúpula encabezada por el expresidente Vizcarra, y que luego de ser vacado, postula al congreso en medio de otros escándalos y una reveladora descripción de su personalidad (El Perfil del Lagarto), que muestra que primero está la apariencia para conseguir los objetivos y luego la traición.

Las irregulares reuniones con las fiscales Sandra Castro y Rocío Sánchez del caso “Cuellos Blancos del Callao”, convierten a Vizcarra en un tipo peligroso y maquiavélico. Su postulación debió ser censurada por el Jurado Electoral (JEE-JNE); sin embargo, está allí paseándose por el Perú afirmando que es el defensor de la verdad y de la lucha contra la corrupción.

No podemos ser ingenuos y menos los que hacen política, por algo pasan estas cosas tan malas y crueles. La corrupción está desde el nacimiento de la república y está a punto de eliminarnos como país, nos está dividiendo cada vez más. En todas las campañas electorales surgen ideas de todo tipo y cada año unas más atrevidas que otras.

Hoy más que antes surgen las diferencias regionales sobre cómo debemos gobernar el Perú. Cada parte tiene una visión distinta, local, de emergencia y populista, ninguna aborda el tema con una visión total del Perú. No hay proyectos de desarrollo e inversión, todos se basan en repartir lo que ya tenemos y conservar lo que se considera un patrimonio, es como vivir en los días de la independencia.

No hay Bicentenario que celebrar porque no terminamos de ser independientes. La cuarentena de los últimos meses nos ha sometido a largos periodos de encierro, pérdida de oportunidades y trabajo. En cada situación social ha generado problemas de todo tipo que los hemos dejado pasar.

Hay un desgaste personal que obliga a revisar qué tan sanos estamos los peruanos. Nuestra salud mental está muy afectada, el país requiere una atención especial en este tema y marcar un camino para desarrollar políticas de trabajo que permitan tener ciudadanos más sanos y responsables. Desde casa vivimos una permanente inestabilidad y estado de violencia que se refleja en los personajes que permitimos sean los que proponen representarnos.

Tenemos que estar locos para hacer todo lo que sucede en el Perú. Tenemos que haber perdido el sentido común y de supervivencia, para explicar por qué no terminan las desgraciadas sorpresas de traición y odio. Tenemos que regresar al respeto y a la solidaridad antes de que alguien proponga la independencia del Sur, la Selva o el Trapecio Andino, argumentado razones históricas. Señor, no nos dejes caer en esa tentación.

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