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viernes, abril 26, 2024

LA PENDEJADA

Por: Dean Cárdenas Torres

La mentalidad del «cutrero», del «criollo» del «vivo» está muy arraigada en la sociedad peruana. Ese profesor que «cobraba» para arreglar un curso en el colegio, el «zampón» de la cola, el policía «arreglón», el universitario que abría los registros del profesor y cambiaba las notas, entre otras «vivezas» empezó hace muchas décadas.

Esta triste subcultura tomó forma y ahora nos identifica y nos daña.

Toda una serie de acciones y formas de cortar camino para evitar la honestidad, la decencia, el respeto, la caballerosidad, la honradez, el mérito. Se desconocía a donde nos llevaría todo eso y ahora más que nunca lo sabemos con dolor, vergüenza, decepción, indignación e impotencia.

Una forma de pensar y actuar hecha evidencia en los videos de Vladimiro Montesinos, de los años 90, con montañas de dinero recibidos entre risas por el corrupto y el corruptor. Así fueron descubiertos empresarios, políticos, militares, policías, deportistas, congresistas, artistas, periodistas que ahora son líderes de opinión etc. Conciencias compradas sin aprecio a la dignidad o al honor. Todos los vimos y poco se hizo para que no dañe a las nuevas generaciones.

La bilis negra continuó y jefes de estado, ministros, funcionarios de primer nivel, presidentes regionales, alcaldes y hasta líderes políticos fueron captados por empresas como Odebrecht, OAS o Camargo-Correa para beneficiarse con grandes obras públicas a cambio de millones de dólares. Conocido como el Caso Lavajato. Una cadena de negociados, cuyos entuertos aún se desconocen. Otra vez la subcultura del «vivazo» evidenciada y observada pero sin decisiones para componer o restituir los valores.

Las mismas «pendejadas» ocurren ahora con las vacunas. Estas fueron aprovechadas por los que se sienten por encima de otros. Es patético y no hace más que revelar lo que somos como sociedad. La subcultura del «vivazo» no se corrigió.

Los niños pensábamos que era normal y mientras más “vivo mejor”.

Hemos crecido y vivido así y son pocos los que salvan de esa forma de ser. En medio de una pandemia, una crisis sanitaria, más de 100 mil muertos por la covid 19, aparece esa actitud de «yo primero y caleta» que «vivo que soy».

Me atrevería a decir que son las mismas razones que se manifestaron durante la guerra con Chile. En pleno conflicto con un país invasor se daba una guerra civil, un enfrentamiento entre peruanos que tuvo como consecuencias el desmembramiento de la patria, el sacrificio de miles de peruanos, la destrucción, el saqueo, la humillación, la derrota. En el Siglo XIX pasaba lo mismo que ahora: cada quien buscando sus intereses y su protagonismo.

Ponemos nuestra confianza en personas que creemos estudiadas, con maestrías, doctorados, muy profesionales, muy distinguidas, muy encumbradas y a la primera muestran su cobardía, su egoísmo, su esquelética moral, su miseria ética. La gente entonces pierda la fe.

Se desata la desconfianza (todos son malos) ganan terreno los antivacuna, los que fomentan los fake news, los que insisten en creer en las conspiraciones, los que creen tener razón y convocan a marchas.

Esto indigna. Aun así, debemos de insistir en tener fe, en apostar por el Perú aunque la cuesta es más empinada.

No dejemos de buscar recodos de fortaleza, inspiración, razones para encontrar esperanzas, aunque este golpe es duro, podemos encontrar y trabajar con gente honesta y capaz, no todo está perdido.

Intuyo que este “mal paso” será aprovechado por esas sombras agazapadas que disfrutan de las penas de nuestro querido País. «El Perú es un problema, pero también una posibilidad» y si cada uno es el Perú estoy seguro que lo podemos sacar adelante.

 

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