Recuerdo cuando con mis primos y amigos, siendo muy jóvenes, nos íbamos a bañar en las aguas del Cumbaza y sus grandes pozas como el Metovado y el Pailapozo. Épocas felices para toda una generación de jóvenes (y no tanto) donde no había celulares y la diversión consistía en disfrutar de la naturaleza y todo lo que ella nos brindaba; y lo mejor era que la teníamos cerca.
Traigo esto a colación a raíz de una conversación que oí de casualidad donde una señora se quejaba de que en Tarapoto ya no hay sitios públicos (no recreos) cercanos en donde ir a bañarse o pasar una tarde con sus niñas, lejos del bullicio. Y es cierto. Cada vez debemos desplazarnos más lejos si queremos pasar un rato con la naturaleza. Toda la margen del puente Cumbaza que era la algarabía de la gente en las fiestas de San Juan de décadas atrás son solo un triste recuerdo.
Es de necesidad primordial el tener espacios públicos donde la gente pueda ir a recrearse, desestresarse y, sobre todo, desintoxicarse de la ciudad. Un gran bosque urbano donde podamos realizar actividades que revitalicen nuestro espíritu. Un espacio donde las familias se junten amenamente para realizar actividades tan simples como caminar, correr, hacer ejercicio, andar en bicicleta, o simplemente respirar el aire puro de allí.
Tener un bosque urbano cerca de Tarapoto es crucial ante el imparable crecimiento urbano que está sufriendo nuestra ciudad. Los otrora bellos paisajes que rodeaban nuestra ciudad están dando paso a inmensos bares, discotecas y condominios que en muchos de ellos no puedes visibilizar ni siquiera un árbol como adorno.
Aprendamos de las grandes urbes como Nueva York, París o Londres, sociedades visionarias que dieron prioridad a la creación de sus parques y bosques públicos, que hoy son el orgullo de sus ciudadanos. La creación de un bosque urbano repercutirá tanto en el desarrollo ambiental, social y económico; este último recalcarlo ya que muchas autoridades creerán que la creación de un bosque urbano es contraria a la generación de ingresos. Un total desconocimiento. Un dato: Solo en un año visitan el Central Park de Nueva York casi 40 millones de personas, generando ingresos por millones en los negocios aledaños. La autoridad que se faje por esto y no por la construcción de moles de concreto tendrá asegurado su nombre para la posteridad.
No esperemos convertirnos en unos años en esa “Ciudad Gótica” de la película El Guasón, una ciudad fría y extraña hasta para sus propios habitantes. Esto sería terrible, más aún en una región que promocionamos y decimos con orgullo que es una “región verde”. (Comunicando Bosque y Cultura).