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sábado, abril 20, 2024

El verdadero sentido de la vida

Esta segunda ola de la pandemia global que ya estamos viviendo –y en el Perú nadie ha querido darse cuenta después  de haber pasado por una desesperante primera ola–, ha generado una serie de reflexiones y descubrimientos. Por ejemplo: que el Perú tiene recursos para prestar servicios de calidad a sus ciudadanos, estructurar un sistema laboral y salarial justo y mejorar las pensiones de la gente. Pero los gobiernos y los malos políticos se apresuran a decir que eso es populismo y que los ciudadanos deben ser competitivos, y otras sandeces. Porque no gobiernan pensando en la gente y solo en acumular dinero que, a la postre, a nadie termina sirviendo cuando nos enfrentamos a las tragedias que podrían presentarse y no se previeron.

Adam Smith escribe en su extraordinario libro ´La teoría de los sentimientos morales´, que estamos leyendo en casa: “La felicidad de los seres humanos parece haber sido el propósito original del Autor de la Naturaleza (y…) ningún otro fin es digno de esta sabiduría suprema”. Pero los falsos intelectuales, con cultura de crucigrama,  repiten como loros viejos expresiones que el gran escocés nunca dijo ni quiso decir, en su obra cumbre de ´La riqueza de las naciones´. O los malinterpretan, o perversamente nos quieren hacer de tontos.

Pero ya entremos en tema, porque desde que se entronizó el neoliberalismo nos han venido diciendo que la única manera de sobrevivir es del ser competitivos, arrasar con los demás y tener los bolsillos llenos de dinero. Y este criterio gobierna la mente de los alcaldes cuando asfaltan las pistas destruyendo los árboles y dejándonos sin sombras ni áreas verdes. Nuevamente: no han pensado en la gente y en su calidad de vida.

El verdadero sentido de la vida es cuando se vive de acuerdo a los valores que nos inculcaron, aunque ser honestos absolutos es una quimera, diría alguna vez Bertolt Brecht. Vivir bien es amando a los seres queridos, siendo gratos con los que nos dieron la oportunidad de un trabajo y reconocieron nuestros méritos. Si alguna vez alguien quiso perjudicarnos, no vamos a vivir con el rencor y pensando en la venganza. Igual, en el trabajo tenemos que aportar y apoyar con sinceridad y sin franeleo la gestión que confía en nosotros. Los ayayeros no ayudan. Ser abiertos, sinceros y generosos es parte de la misma felicidad. Pero las cosas funcionan cuando los que gobiernan vinculan la misión y visión de sus planes de manera armoniosa. Lo demás no sirve y no dejará huellas.

Vivir con propósito es servir, y lo dijo alguna vez Amado Nervo. Sirve para ello un buen consejo, colaborar y cooperar cuando tienes oportunidad, viajar para ver el paisaje y solazarnos y expandirnos con la belleza de la naturaleza, celebrar un buen chiste, disfrutar de un buen cococoro, alternar con la gente, bañarte en las aguas frescas y límpidas de una quebrada, emocionarte con la alborada y el ocaso de la tarde, gozar con la poesía de tus amigos y decir ¡te amo! Todo el dinero que tengas no te servirá si no tienes un propósito en la vida. Demos gracias a Dios y a la buena gente que siempre confió en nosotros. Amén.  (Comunicando Bosque y Cultura).

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