Por: Marcial de la Cruz Esparza.
Empezamos el año en el piso, golpeados y sin la reacción a tiempo tras el duro golpe del covid-19 a todos los peruanos. A punto de quebrar, nos hemos endeudado y no revertimos la pérdida del empleo.
Sin embargo, la campaña electoral ya empezó, sin protocolo sanitario y cada quién a su estilo, utilizando la fórmula de la seducción y la oferta de ser el cambio. Ojalá que todos lleguen vivos al 11 de abril, si no nos borra del mapa el covid-19.
Al frente, los que fungen como funcionarios y políticos están dando la vergüenza más grande al mundo entero. Por culpa de ellos, estamos entre los 10 países con más fallecidos y a pesar de las dosis chinas, seguimos siendo los últimos en la cola de las vacunas. Un error en la misión dejo de lado el concepto de la emergencia sanitaria y no se firmó el 28 de noviembre el acuerdo con el laboratorio Pfizer-BioNtech.
Llegó la cepa mutada del virus y no hay un plan para saber a dónde vamos -con este agregado- frente a la pandemia. Seguimos esperando el plan B del señor presidente, donde veamos el conocimiento que debe tener tras su experiencia como funcionario e investigador. Sin embargo, solo vemos que el Jefe del Estado continúa en su encierro natural, como apartado de la realidad.
Necesitamos un plan nacional contra la pandemia que integre a todos los sectores del país: empresarios, colectivos sociales, las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. El actual gobierno de transición y emergencia no puede solo.
En ocho semanas de trabajo han mostrado limitaciones en la gestión encargada o que asumieron voluntariamente. Todo lo tienen de memoria y han perdido la sensibilidad para la reacción, empezando por la Señora Violeta Barrios.
La tarea es inmunizar a la mayor cantidad de peruanos en el menor tiempo posible. Mejorar la infraestructura sanitaria y ampliar sus servicios con nuevos centros hospitalarios para recibir los nuevos casos de la enfermedad y asegurar que no morirán por falta de atención médica.
El plan debe incluir una efectiva reactivación económica que consiste en agilizar las inversiones “millonarias” del estado (nacionales), que ya están previstas. También las privadas, sobre todo el portafolio minero, que tiene más de 50 mil millones de dólares en proyectos. Entre los que podrían empezar mañana mismo hay más de 10 mil millones de dólares, entre ellos están Tía María y La Tapada que solo para iniciar su construcción, invertirían 1,300 millones de soles en el primer año.
A contra cara los peruanos siguen en la gran movilización cívica tratando de restaurar los espacios donde generar trabajo, buscando relanzar el negocio perdido, el servicio itinerante, el emprendimiento que necesita un poquito de dinero o capital para salir adelante. El gran resorte de la resistencia peruana está en los hombros de todos ellos.