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jueves, abril 18, 2024

Mariposas

“Tía, ¿Cuéntame sobre las mujeres y su lucha en el mundo?”, di una vuelta ante la interrogante de mi sobrina de 8 años, por un momento dejé de hacer mis labores del trabajo y me senté con ella. Me sentí tan feliz de que una niña quisiera saber más sobre las de su género, que no sabía por dónde empezar.

Y bueno, lo que se me vino a la mente, es contarle que antes no teníamos derecho al voto, menos a estudiar. Los trabajos a los que se acostumbraba tener a la mujer eran en costura, labores domésticas, todo lo que tenía que ver con el hogar y el cuidado de los hijos. Las aspiraciones eran cortas y los sueños quedaban en eso, en solo sueños, algo inalcanzable.

En ese momento fui interrumpida por ella, quien me dijo ¿Pero por qué, si la mujer puede hacer de todo?, y yo le respondí, claro que sí y costó mucho. Ahora las mujeres hacen de todo, labores en el hogar, mecánicas, ingeniería, construcción, religión y política, entre otros. Estamos por todos lados, pero eso no nos asegura que el machismo no esté rondando nuestros espacios.

Ella me miraba atenta, como si se tratará de un cuento de princesas a la que las niñas están acostumbradas a prestar atención. Hasta que interrumpí el cuento, contándole todo lo que aún las mujeres sufren, como discriminación, acoso sexual, violación y feminicidios.

Y es que es cierto, hemos avanzado mucho, pero lamentablemente el monstruo del machismo, nos sigue los pasos y cada rincón del país sigue siendo de terror para las mujeres. Desde el taxista que te roba y viola, hasta la pareja que te humilla, cela, violenta y mata. Todo eso es pan de cada día y no hay cuando podamos respirar profundamente, caminar sin miedo y decir ¡Por fin, puedo ser feliz, no hay machismo!

Sin embargo, las cosas no son así, cada rincón es un espacio que atemoriza. Hoy salí a la calle y un mototaxista se morboseo con el short que traía puesto. Mi sobrina no puede salir sola, porque no falta el psicópata que se enferma con los senos que le está creciendo por estar en la etapa de la adolescencia. O mi amiga que vive en Lima y la que tiene que caminar a tomar su bus en grupo, con amigos, porque si va sola le cierran el paso y manosean, algunas veces le roban y en otras se salva de milagro de ser violada.

Por eso, ayer que se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, no fue una fecha para saludos, porque no estamos para eso y lo digo enfáticamente, porque no solo existe violencia entre pareja, sino entre mujeres, quienes por poco se sacan los ojos cuando una del género progresa o cumple sus sueños. Lamentablemente estamos así y no hay cuando termine.

Pero lo que sí podemos hacer, es recordar el origen de este día, se remonta al año 1981 y nace con la necesidad de honrar la memoria de las hermanas Mirabal, tres activistas políticas de la República Dominicana, conocidas como mariposas, que fueron brutalmente asesinadas en 1960 por orden del gobernante dominicano, Rafael Trujillo.

Fue un 25 de noviembre de 1960 cuando funcionarios de la policía secreta de Trujillo asesinaron a las hermanas Mirabal. Las golpearon a palos y las ahorcaron hasta morir, para luego lanzarlas en un automóvil por un precipicio con el fin de que parezca un accidente y no un asesinato.

El crimen generó rechazo, por lo que las manifestaciones de oposición aumentaron. Así, “las Mariposas” se transformaron en un símbolo de lucha contra la dictadura. Meses después, el dictador fue asesinado.

En el Perú solo este año y estando en pandemia, según datos de la Defensoría del Pueblo, del 1 de enero al 31 de octubre, se han cometido un total de 114 feminicidios y 49 muertes violentas contra mujeres. Estos asesinatos por razón de género son la máxima expresión de odio hacia las féminas.

Las mujeres exigimos un país justo, donde se garanticen los derechos de todas las personas, un país libre de violencia, un país con igualdad de oportunidades, un país donde las mujeres también puedan vivir en paz.

Espero que llegue el día en que no se justifique una violación culpando a la víctima, al lugar donde estaba y a la ropa que llevaba puesta. Sigamos inculcando a las más pequeñas a que conozcan sus derechos y luchen por mejores oportunidades.

Seamos como esas mariposas libres. Seamos ese símbolo de lucha y no dejemos que nadie pisotee nuestros derechos. Estamos aquí vivas y si matan a una, matan a todas. No más violencia, no más muertes.

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