23.8 C
Tarapoto
jueves, abril 18, 2024

Tapa y encanta

Antes nadie se protegía, la moda era estar expuesta y la vida consistía en pisotear al resto, cuanto más ensuciábamos el mundo y a las personas, nos sentíamos mejor, pero todo esto cambió con la llegada del Covid-19 y de un nuevo accesorio.
Revisando varias páginas de internet, me sorprendí que este nuevo accesorio llamado barbijo, mascarilla o tapabocas, no es nuevecito, sino que por el contrario, tiene ya muchísimos años.

Según una página virtual francesa, la gran plaga de Manchuria que data de 1910, era tan mortífera, que el 100% de los contagiados morían entre 24 y 48 horas luego de presentar síntomas. Para la época aún se creía que la transmisión de la enfermedad se producía exclusivamente por la picadura de las pulgas, pero un joven médico de Malasia revolucionó la epidemia con un descubrimiento: la bacteria también se transmitía por el aire, de persona a persona. Su hallazgo lo convirtió en un activista del uso de la mascarilla. Una prenda de protección que detuvo en 1911 el avance de la mortal enfermedad china.

Sí, los tapabocas hechos de todo tipo de material, desde el más simple hasta al más sostisficado. Nos hemos acostumbrado a su uso, aunque al principio hemos renegado y negado a portarlo, tuvieron que masificarse las muertes, para poder entender, que “tapaditos nos veíamos más bonitos”.

Y es cierto, nos vemos mucho mejor. Antes existían varios tipos de personas que aunque queríamos evitar, no podíamos. Por ejemplo, las de nariz respingada, las típicas que veían por encima de los hombros y que trataban de no sentir, mucho menos oler la presencia de alguien que consideraba que no estaba a su nivel. También había aquellas que se hacían las sordas cuando lo que se comentaba no era de su agrado, sin embargo, su boca era rapidísima para hablar y generar chismes, que terminaban en grandes conflictos.

Cómo olvidar a las personas que torcían su boca, como si sintieran asco del resto, jamás sonreían, porque su amargura no les dejaba expresar una pizca de simpatía.

Y es así, que las mascarillas nos cambiaron la vida, no solo protegiéndonos de un virus invisible y agresivo, sino que nos están enseñando a ser mejores seres humanos, quizás así el mundo se convierta en un espacio más agradable y menos colapsado.

Hoy alabaré a la bendita mascarilla, a esa que tengo como 30 en casa y que me encanta usarla, porque hace que utilice mis ojos y expresé lo que siento sin que vean mi rostro. Porque no tengo que fingir ningún sentimiento, ya que nadie ve más allá. Y sobre todo, porque puedo ser yo misma, sin sentirme extraña para quedar bien por ponerme labial y polvos en la cara.

La mascarilla no solo nos protege del contagio de enfermedades, también vino para: “Bajar la nariz, de quien vivía con ella levantada.

Jalar las orejas hasta entender que están hechas para oír. Bloquear la boca hasta entender que es necesario pensar más y hablar menos.

Esconder el rostro para aprender a ver y sonreír con los ojos. Cubrir los labios para aprender a amar con el corazón”, frases que no son mías, pero que son tan ciertas, porque sin lugar a dudas, la mascarilla llegó a nuestras vidas para hacernos recordar que nadie es mejor que el otro, porque cuando toca, toca bien.

Por eso, sonríe carajo, sonríe, pero con los ojos y ama con el corazón. Expresa lo que sientes, haz que el resto sienta que estás transmitiendo cariño, aunque no puedas besarlos ni abrazarlos.

No seas tóxico o tóxica en el mundo, no cuesta tanto…
Y tú ¿ya te pusiste tu mascarilla? Recuerda que tapa y a muchos eso encanta.

Artículos relacionados

Mantente Conectado

34,537FansMe gusta
264SeguidoresSeguir
1,851SeguidoresSeguir

Últimos artículos