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sábado, abril 20, 2024

En el umbral del Bicentenario: “La vida nos está abriendo otra posibilidad de cambio, que puede ser la última”.

Ha explotado una bomba creada por la conducta humana y agravada por el consumismo. La incontrolada invasión de las selvas, la deforestación y tala de nuestros bosques, causante a su vez de la malaria y el dengue, ante la eliminación de insectos benéficos.

Toda esa realidad infernal que aceptamos como espontánea y natural, ha causado la explosión de un estilo de vida que la humanidad ya no puede soportar. La naturaleza ha empezado a cobrar venganza. La sociedad ya no será igual después del coronavirus. 

El corona virus ha desnudado el sistema. El pueblo no tiene agua para lavarse las manos; no hay médicos intensivistas porque la medicina materialista los orienta hacia las especialidades que rinden dinero. No tenemos aviones para traer equipos porque no hay línea aérea de bandera.

Nuestros médicos, enfermeras, trabajadores de la salud, militares y policías, están expuestos al peligro de vida porque carecemos de equipos de protección. No tenemos sistemas de protección y seguridad ciudadana, social y alimentaria para nuestros ciudadanos.

La inmensa mayoría de nuestra población laboral es precaria y flotante, se juega el salario y la vida todos los días. Carecemos de educación cívica, de respeto por las normas, no estamos entrenados para comportarnos de manera organizada en las emergencias, a pesar de que somos un país frecuentemente asolado por sismos, derrumbes y aluviones.

Nuestras escuelas y hospitales en ruinas. No tenemos caminos que merezcan ese nombre, vivimos en la inmundicia y el desorden. La corrupción campea, arriba y abajo.

Recién ahora nos damos cuenta de que tenemos un país destruido. ¿Quiénes destruyeron nuestro país? Lo destruimos desde la conquista española, pero los gobiernos siguieron comportándose como conquistadores. No debemos permitir que el país después del virus sea igual al país antes del virus. Además, eso ya no es posible. Ya sabemos que el siglo XXI será el siglo de las pandemias que nos obligarán a vivir de otra manera. 

La alternativa ya la están preparando los banqueros que gobiernan el mundo, ellos quieren aprovechar los virus para construir un mundo en que todos estemos controlados por ellos. Tenemos la obligación de pensar y actuar por otra sociedad, otro sistema de vida distinto, donde seamos dueños de nuestro destino. Otro sistema con agrupaciones urbanas limpias, con agricultura sostenible, con las selvas respetadas y un gobierno verdaderamente democrático surgido de la ciudadanía. Eso es posible. Es nuestra obligación contribuir a construirlo, construir educando a nuestros niños y jóvenes.

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