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jueves, abril 25, 2024

Si no te gusta ¡Arranca nomás!

Ayer prendí, soplé y apagué. ¡Qué rico! Muchas cosas quedaron atrás y otras están por venir, pero tengo esa extraña sensación de que lo mejor está recién por comenzar.

Sin duda, dejé de ser la niña consentida que no almorzaba porque la comida que habían preparado no le gustaba. Dejé de ser la niña de mamá, para ser la sabelotodo. Y como todo va cambiando y mejorando, también algunas cosas se van enterrando. Hoy, saco una rosa roja y le pongo al pasado, porque ya no soy una niña.

Hace unos años mi vida social era activa, tenía maratones juerguísticas, risas interminables y noches enteras en donde las botellas de vino eran la mejor compañía entre grupos de amigas.

Sin embargo, pasa el tiempo y recuerdas con vergüenza las mañanas que despertabas sin saber cómo diablos te pusiste la pijama y llegaste sana y salva a casa.

Con el paso del tiempo, sin darte cuenta, dejas la maldita manía de emborracharte y hacer tonterías que a la mañana siguiente se vuelve una tortura. Con el paso del tiempo, no deseas separarte de tu espacio, de ese lugar que abarca tu habitación, tu laptop y tu confort.

Esas juergas que empezaban el jueves y duran 3 días, son una realidad que ya no forma parte de tu vida, dado que ahora te emborrachas con un par de vasos con ron y te da sueño a la medianoche. Lo único que sí dura 3 días, es la resaca.

Las redes sociales se convierten en desfile de bebés, al principio los odias, pero ya en la fase 3, ser madre no te desagrada, al contrario, el lado maternal que pensabas no tenías, aflora al mil por ciento.

Lo más sorprendente es que al mes por lo menos te aparece una crisis existencial, en donde dudas absolutamente de todas las decisiones que has tomado en tu vida, desde tu carrera hasta el haber comprado papel higiénico doble hoja.

Entiendes que no hay amor más grande que el que no se espanta al conocerte en pijama, con el pelo alborotado y con la cara de “me olvidé desmaquillarme anoche”.

Tus decisiones se vuelven lo más importante, ya no consultas con alguien más si lo que vas a hacer está bien o está mal, simplemente lo haces, uno porque ya ganaste confianza en ti misma y otro porque no hay de otra. Lanzarse a la piscina sin saber si hay agua o no, es un riesgo que se tiene que correr.

En la fase 3, hay gente que no soportas, hay gente que no te soporta, pero para ti el mundo sigue y el resto no te importa. En esta etapa, la pregunta ¿en qué carajo me gasté 100 soles? empieza a hacerse recurrente.

Con mayor frecuencia en esta edad, tienes la necesidad de estar en compañía, pero a veces de manera irónica, también tienes fluyendo por las venas las malditas ganas de seguir siendo la misma loca, independiente y 0% emocional.

Con todos sus pros y contras, tienes esa sensación bien bacán de que lo bueno recién está comenzando. A mis 31 años, me falta toda una vida por disfrutar y eso sinceramente me emociona.

Me dicen mujer de mal carácter (pero yo sé que es porque no me dejo pisotear). Me llaman difícil (pero yo sé que en realidad es porque tengo un pensamiento propio). Me llaman soberbia (pero yo sé que es dignidad). Me llaman insoportable (pero yo sé que es autenticidad). Me llaman ególatra (pero yo sé que es amor propio). Me llaman hiriente (pero yo sé que es mi imprudente sinceridad). Me llaman histérica (pero yo sé que es la intensidad para defender lo que creo que es justo). Me llaman vanidosa (pero yo sé que es cariño a mi cuerpo). Me llaman creída (pero yo sé que es confianza en mí misma). Me llaman soñadora, (pero yo sé que es mi inmensa fe en un poder más grande que todo). Me llaman loca (pero yo sé que es valentía). Me amo y pueden llamarme como sea, pero jamás dudaré de mí, porque sé quién soy y me gusta como soy.

Llámame como quieras y si te hace feliz, critícame, pero si no te gusta, da media vuelta y ¡Arranca nomás!

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