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sábado, abril 20, 2024

La solidaridad no es solo un imperativo moral:

Es por el bien de todos.

Por Beto Cabrera Marina.

Las situaciones extremas siempre han servido para conocer a la gente. La pandemia del coronavirus no ha sido la excepción al generar una serie de conductas que han revelado verdaderas acciones de solidaridad y actos de genuino desprendimiento, pero también se han mostrado casos en los que el egoísmo ha primado sobre la escala de valores que toda persona debe cultivar.

Decir que la pobreza, las desigualdades sociales, no resultan suficientes, es más, no explican nada. Responsabilizar a la falta de libertad y al control político que ha impuesto el Gobierno y que por eso los jóvenes buscan desenfrenos clandestinos, tampoco justifica mucho.

Hay algo más que nos está pasando. Ya hay muchas tragedias colectivas que se repiten una y otra vez.

No es sólo la irresponsable conducta de las personas que no solo desafían al corona virus y se exponen al contagio, sino que ellos mismos se prestan a difundir ese desventurado virus sin importarles la muerte de los que les rodean, incluyendo a sus familiares.

Algo hemos perdido en estas décadas de frustrada democracia. Algo de humanidad nos ha sido despojando en todos estos años y lo hemos asumido con absoluta normalidad. Mucho de corrupción hemos asumido como normal y eso lo hemos llevado al funcionamiento de la política, de la economía, de nuestras acciones relaciones humanas diarias.

La pérdida de ciudadanía, de sentirnos ciudadanos de un mundo construido en base al respeto y la tolerancia ha sido fatal. La consecuencia no solo es la muerte de jóvenes que se nos arrancó la pandemia y sino algo más fatal: convivir con la inseguridad, peor aún: acostumbrarnos a ello a pesar del riesgo de perder la vida en un instante.

Resaltar la acción de un puñado de jóvenes, de hombres y mujeres en nuestra región y fuera de ella, me queda con esa imagen y sea la semilla sembrada en tierra fértil.

Los medios de comunicación y las redes sociales han difundido, por ejemplo, imágenes de vecinos de Tarapoto, Moyobamba, Juanjui ofreciendo alimentos a los familiares de los enfermos en las afueras de los hospitales, armando carpas y colchones, ofreciendo fiambres a los miembros de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas para que sobrelleven las largas y pesadas jornadas de vigilancia que cumplen en las calles con el fin de evitar que ciudadanos irresponsables, precisamente, desobedezcan el aislamiento social obligatorio de la cepa viral que tiene en jaque al mundo, mientras que el las calles tenemos gente retando, danzando y libando con la muerte.

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