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viernes, marzo 29, 2024

El arte de gobernar: lecciones iniciales

La situación política del momento, que pone en vilo al país, que no parece saber a dónde ir, es una demostración más de que en nuestra niñez nos habían engañado cuando en los textos de la primaria leíamos que el Perú era una gran nación, de un pasado glorioso y que nuestro territorio rebosaba de riquezas inimaginables, recursos naturales inagotables y paisajísticos para nuestra felicidad. Sin embargo, la semana que pasó, Edgar Alarcón Tejada, presidente de la Comisión de Fiscalización del Congreso de la República, y un sujeto impresentable, que vive su cuarto de gloria de fama, y el periodismo sensacionalista, están confirmando que nuestro país se desenvuelve en la dimensión del mundo de Subuso. Pareciéramos que vivimos en un país irreal o que estamos viviendo un sueño del que nos costará despertarnos. Porque en el Perú todo está trastocado. A estas alturas, “House of Cards”, ya parece una comedia de los hermanos Marx.

Vivimos un momento en el que todos caen en el juego protervo de la manipulación. El presidente Vizcarra no es ajeno a ello, pues, si bien, los famosos audios no son más que chismes de cocina de restaurante barato, no parece dar la talla para enfrentarse a una situación en donde sus permanentes apariciones en la televisión ya están pareciendo poco serios. Desgraciadamente, los políticos no parecen tener capacidad para rodearse de la gente adecuada, y se dan estas situaciones realmente grotescas, cuando no groseras.

Los políticos y el periodismo parecieran ser aquellos individuos que se han propuesto destruir el país. Como si los hubieran pagado y eso nos obliga a profundas reflexiones. El sábado pasado me di una vuelta por esa tierra mágica, que se llama Chazuta, y recorrí el río Huallaga en deslizador y observaba el paisaje maravilloso y las orillas con un pedregal hermoso donde mis paisanos se encontraban pescando con tarrafas y anzuelos. Después de una amena charla con Wilter Gómez Shapiama, en Aguano Muyuna, al retomar el viaje hacia el Vaquero, es cuando mi emoción y felicidad se trastocaron en una ira y rabia profundos por el momento político que vivimos y me pregunté, una vez más, si el Perú realmente tenía futuro, a pesar de que la naturaleza fue pródiga en darnos lo que tenemos a la mano. Usted dirá que hay que fusilar a los malos políticos y a los periodistas corruptos que, de pronto, se convierten en líderes de opinión. No estoy de acuerdo con usted, pero coincidimos.

Los políticos que asumen cargos de gobierno podrán encontrar en el internet tantos libros sobre el arte de gobernar y, de repente, cómo manejarse con el personal del entorno y cómo zafarse de ellos, con clase y elegancia. Confieso que no leeré esos libros, pero mi consejo es que para gobernar nada mejor que los libros de la Biblia, como Proverbios y el Eclesiástico, del Antiguo Testamento, y los cuatro Evangelios y, para cerrar con broche de oro, El Quijote de la Mancha. Pero los políticos y sus asesores no aprenden, pues creen que cuatro años se dilatan en el tiempo y cuando llega el momento de la partida recién se dan cuenta que fueron unos tremendos pelmazos. Y los efectos de la chambonería no tienen cura, pues, si no supieron ser los de antes, o como se nos vendieron, ya nunca serán recibidos igual. No ayudaron a gobernar bien. Ya fueron. [Comunicando Bosque y Cultura].

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