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jueves, abril 25, 2024

La pandemia nos desnudó

“Como sociedad, nos encontró como una manada que prefería consumir vorazmente a vivir”.

Por: Abogado Edy Tirado Ramos

Esta pandemia ha desnudado al sistema político y económico además ha evidenciado otras pandemias, la inequidad y un Estado ausente.

La pandemia ha desenmascarado a los actores que participaron en los sucesivos gobiernos y sobre todo ha desnudado al modelo implementado bajo el paraguas de la constitución actual, en este contrato social se dejó establecido que el Estado peruano no tiene imperio legal alguno ante el libre mercado, otorgándole sólo un rol subsidiario, minimizado y sin protagonismo real, y es que para el neoliberalismo el Estado se define como un actor secundario en el proceso económico, social y cultural del país. Para esta ideología el mercado lo es todo, y por tanto debe regular todos los aspectos en la vida del país y su desarrollo. Está claro entonces, que no habrá cambio posible, sino se cambia la Constitución.

Ahora, la pandemia no sólo desnudó la modelo y el Estado, también lo hizo con la sociedad, nos encontró envueltos en el consumismo que nos imponen, habiendo adquirido muchas cosas que no nos hacía falta, endeudados con cantidades mayores a las que realmente podemos pagar. Nos encontró como una manada que prefería consumir vorazmente a vivir. Lo lamentable sería que el virus no nos transforme y que finalmente no apalanque la transformación del Estado, esa sí sería una triste realidad.

¿La regionalización fracasó? 

No sólo estamos ante el fracaso de la regionalización, que en la práctica es departamentalización, estamos además ante el descalabro de un sistema presidencialista, con el lamentable saldo de tener los últimos seis presidentes con cuentas pendientes ante la justicia, esto de por sí, explica la gravedad del problema, a eso hay que sumarle los procesos penales que afrontan las autoridades y funcionarios regionales. 

Es imposible un proceso de regionalización con éxito, en medio de un Estado débil. Se inició reformas, pero no las suficientes, vale decir estamos ante un Estado incapaz de reformarse, y como lo podría hacer si se sustenta en un sistema de partidos que no funciona y con una corrupción de larguísima historia en el país. Ante este panorama era más que obvio que la descentralización estaba condenada al fracaso.

El sistema ha inoculado el virus de la corrupción 

 Lamentablemente, durante las emergencias generadas por desastres naturales o sociales, o como la que estamos pasando a partir de coronavirus, los controles sobre la gestión de los recursos para responder a ellas se relajan y se genera un ambiente favorable para el aprovechamiento corrupto de los cuantiosos fondos destinados a atenderlas.

Lamentablemente estando la corrupción institucionalizada, el sólo hecho que en plenas calamidades se arrecie, implica que en épocas que podríamos llamarlas normales, es cuando campea mucho más y hasta se torna legítima.

Alternativas 

 Considero que ha llegado el tiempo de un nuevo rumbo, el camino transitado por el capitalismo en sus fase neoliberal ha fracasado, tenemos que corregir, reformar, desechar y construir un acuerdo social, que recupere un nuevo Estado y una nueva economía más justa que incluya a los millones de medianos y pequeños empresarios, a los campesinos, que extienda su mano a los informales para formalizarlos e integrarlos a una economía sana, pues estos actores son en la práctica el sostén salarial de la gran mayoría de trabajadores y hogares de nuestra patria. Sólo así podremos, no sólo derrotar al virus y sus consecuencias, sino también al egoísmo y la iniquidad.

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