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miércoles, abril 24, 2024

Ni juntos ni revueltos

Antes era un placer estar juntos, mirarnos, tocarnos, sentir nuestro aliento, las caricias y alguito más. Sin embargo, hoy todo ha cambiado, ahora cuánto más lejos estamos el uno del otro, la situación es más segura. Si no me tocas, soy feliz.

Ha pasado más de 4 meses y la situación no ha mejorado, por el contrario, cada día nos volvemos menos conscientes y más irresponsables. Nos hemos convertido en seres irracionales que salen en busca de su contagio y su muerte.

Los hospitales están abarrotados de enfermos en busca de oxígeno y cada segundo luchan por su vida, mientras que sus familiares viven una odisea intentando conseguir medicamentos. Como es de esperarse ante tanto inconsciente que incumple las medidas, las muertes se han vuelto pan de cada día y despedirnos de nuestros seres queridos ahora es todo un protocolo.

El coronavirus ha cambiado todo, hasta la forma tradicional de despedirse de un ser amado. Antes era normal que un fallecido tenga un velatorio de 2 días con muchas personas entre amigos y familiares, además en el entierro se llevaba hasta banda de música y todos caminaban muy pegaditos. Ahora, nada de eso es válido.

En tiempos de Covid no se puede realizar un velorio, ya que el gobierno ha prohibido la aglomeración de personas para evitar la propagación del coronavirus. Por ello, se coloca el cuerpo en el ataúd y pasa directamente al entierro.

En el protocolo inicial del 22 de marzo no se contempló la presencia de familiares en la inhumación o entierro. Sin embargo, el 19 de abril se modificó la regla y se permitió que máximo cinco familiares directos estén presentes y ellos podrán disponer que el acto se realice en forma de sepultura en tierra o en un nicho. Lo que en definitiva está prohibido es cualquier tipo de velorio o cualquier ceremonia.

Tal parece que las normas establecidas por el Estado no están siendo acatadas como se debe, en San Martín es común ver velorios con presencia de amigos y familiares, quienes creen que con solo portar una mascarilla evitarán el contagio, cuando en realidad estar en un solo lugar con más de 20 personas, puede generar una carga viral alta que ninguna mascarilla soportaría el virus.

El último suceso que literalmente me dejó en shock, fue el velatorio y entierro de Marco Tulio Trigozo, más conocido como Tulín”, guitarrista del grupo Sonido 2000, una muerte que lleno de profundo pesar a toda la población, pero que lamentablemente ni la familia ni las autoridades pudieron controlar a las personas que se hicieron presentes para ver su ataúd y darle el último adiós, corriendo un grave peligro de propagar el virus, no solo en sus hogares sino con la comunidad en general.

Quiero ser clara, para que no se me tilde de insensible y de atacar a la familia Trigozo, debo puntualizar que toda muerte trae dolor en familiares y amigos y eso se respeta, me uno a ese profundo sentimiento por la muerte de un joven talentoso, mis condolencias a toda su familia,  pero realmente es inconcebible que su último adiós haya congregado a decenas  de fanáticos, seguidores y también curiosos.

En esta emergencia sanitaria, esto no debería suceder. Y creo que a muchos se les está olvidando que estamos en confinamiento y que debemos de cumplir los protocolos necesarios para proteger nuestra salud, entre ellos el distanciamiento social.

Algunos dicen “Al final de cuenta todos nos moriremos” y eso no es cierto, claro que estamos expuestos al virus, pero así como yo, muchos podemos evitar el contagio si tomamos conciencia de la situación que estamos viviendo.

Para nadie es gratificante conocer que fallecen personas, por mi parte he perdido grandes amigos y no pude asistir a sus entierros, porque soy consciente que no es correcto y me hubiese encantando hacerles un homenaje, pero lamentablemente eso no es posible.  Solo es cuestión de un poco de  responsabilidad y todos podríamos salir pronto de este cuadro de emergencia sanitaria.

Estoy convencida que esas decenas de personas que estuvieron en el velatorio y que siguieron la caravana de Tulín se contagiaron y por ende contagiarán a su entorno. Pueda que sean asintomáticos, pero sus abuelos, padres, hijos o tías no lo serán y podrían morir por algo que se pudo evitar.

Dejemos de actuar sin pensar en el resto, toda esta cadena de contagio podría disminuir si ponemos de nuestra parte, pero si seguimos así, luego no nos lamentemos, porque será inútil estar llorando por falta de oxígeno o por la muerte de más personas.

Seamos más conscientes. Hay cosas que no dependen del Estado sino de uno mismo como ser humano racional.

Por eso, de lejitos nomás, porque para vivir más tiempo, es preferible distanciarnos. Así que mejor, ni juntos ni revueltos…

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