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viernes, abril 19, 2024

Tócame con la mirada. Con aroma a café

Entrelazar las manos, abrazarse, besarse, dar palmadas en el hombro, acariciar el rostro y hacer el amor, han sido prácticas tan comunes, que simplemente no tenían valor, las hacíamos mecánicamente y hasta servían para camuflar mentiras. Nos tocábamos, pero no lo sentíamos… ¿Realmente éramos felices?

Hace 3 meses llegó el Coronavirus y puso todo de cabeza. La economía, la libertad de tránsito y nuestra vida, todo ha cambiado. Al inicio, todos sin excepción pensamos que sería pasajero, pero no fue así, el Covid 19 es como ese familiar al que detestamos pero al que tenemos que recibir en casa y esperar a que se le antoje irse (y a veces no hay cuando se vaya).

Es sorprendente lo que el Coronavirus ha hecho por nosotros. Antes las horas pasaban volando, los almuerzos eran ausentes, las conversaciones se trasladaban a espacios tan fríos como una computadora o celular y nuestros perros se sorprendían al vernos y movían la cola mientras correteaban por toda la casa.

Antes andábamos ajetreados con el trabajo encima. Las horas nos faltaban, los besos eran fugaces y las sábanas siempre quedaban tendidas esperando que la acción aparezca. Y siempre esperábamos más, más tiempo, más espacio, más de todo.

Está claro que ésta pandemia ha sacudido los espacios más vulnerables del país y el mundo, las personas sin trabajo estable están sufriendo las consecuencias, ya que estar aislados sin poder laborar no les da la oportunidad de tener ingresos económicos. Ni qué decir de los indigentes, los extranjeros y los independientes.

Sin embargo, no todo es negativo, es más, me atrevería a decir que toda esta situación a muchos nos cayó como anillo al dedo, porque nos ha regalado ese espacio que hemos venido pidiendo a gritos hace mucho tiempo, ese espacio para estar en familia. Por ejemplo, ahora estoy en casa escuchando música, con una taza de café en el dormitorio mientras que mi esposo trabaja en la sala y Totto (nuestra mascota) espera paciente que terminemos de trabajar para jugar con él.

Esto es excelente, antes en casa solo nos veíamos una hora para almorzar y luego en la noche para dormir, sin embargo, ahora nos vemos todo el día y creo que muchos como yo, han pasado la prueba de soportar con amor ese tiempo de sobra que tenemos en pareja y en familia. ¡Lo veo todo el día y no quiero matarlo! creo que eso es fascinante. Incluso, me sorprendo de las habilidades que tenía ocultas, creo que después de la cuarentena pondré una panadería, ya que los panes caseros son mi especialidad.

Y ante todo esto, dentro de este encierro físico y espiritual, me pregunto ¿Por qué hemos estado actuando como criminales, como personas malvadas y sin corazones? Basta con hacer un click en internet para observar un sinfín de videos de los asesinatos más crueles, experimentos de cosméticos y medicamentos con animales y cazas por deporte o simple gusto. Por otro lado, hemos contaminado los ríos y las especies marinas han ido muriendo lentamente por el plástico que llega hasta el mar. Los bosques se convirtieron en la mina de oro por la tala ilegal. Y para muchos todo eso era “normal”, era parte del cambio, de ser un país desarrollado y estúpidamente, pedíamos más cemento y exigíamos que los árboles desaparezcan.

Me causa risa que algunos se pregunten ¿Por qué nos sucede esto a nosotros? El Coronavirus ha mostrado sus dos rostros, el rostro amigable con la fauna, flora y toda la naturaleza, es sorprendente ver cuán felices están los animales en los bosques, las aves en los cielos y los peces en el agua, para ellos todo esto es una fiesta. Y el otro rostro, es el destructivo y castigador, los seres humanos estamos enjaulados, sin poder salir, sin dinero para comer, con militares en las calles esperando que no se cumpla las reglas para castigar. ¿Irónico? No, esto es real.

Las situaciones se han invertido y a mi particularmente me agrada, me alegra saber que el mundo se ha descongestionado y que ellos, los animales, que nada malo nos han hecho, están felices, disfrutando de éste, que también es su mundo.

Ojalá y ésta cuarentena (sin virus) se repita para limpiarnos de tanto caos, de tanta tecnología y de tanta superficialidad. Solo necesitamos 15 días mínimos al año para respirar, para que la naturaleza se oxigene y los seres humanos se conecten con los suyos. ¡Sería fantástico!

Por lo pronto, nos toca vencer el virus y evitar más muertes. Así volveremos pronto a nuestras vidas que ya no serán normales, sino mejores.

Mientras tanto…Tócame con la mirada.

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